01. Promoción y turismo
Introducción fiestas y ferias
Introducción fiestas y ferias
Fiestas y ferias constituyen una de las más ricas manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos de Cuatro Valles. En ellas confluyen creencias y ritos seculares que se han ido adaptando al paso del tiempo según las vivencias de las gentes que las protagonizan. Constituyen el momento idóneo para comprender el símbolo de identidad que es el pendón de cada pueblo, la ofrenda que simboliza el ramo o el repique de las campanas durante una procesión…
A lo largo del año, trabajo y fiesta se suceden condicionados por las tareas agrarias y ganaderas. El sonido de los cencerros en la Zafarronada de Omaña quizá intente despertar a la naturaleza que todavía adormece a final del invierno. Llegada la primavera, la explosión de la vida se celebra por doquier, al tiempo que distintas rogativas imploran la protección del cielo para salvaguardar cosechas y ganados. San Juan, con sus purificadoras hogueras, marca el principio del verano, tiempo de intenso trabajo, pero también de ancestrales romerías, algunas celebradas en recónditas ermitas que quizá manifiesten la cristianización de arcaicos ritos… Es tiempo de convivencia y vecindad, de compartir una buena comida, de bailar y de recuperar los juegos y deportes que siempre se practicaron. Y poco a poco, los días se acortan y con la cosecha recogida y el ganado criado, es momento de agradecer los frutos de la tierra que garantizarán la supervivencia de la familia durante todo el año. El otoño es también tiempo de trueques y ferias, donde obtener un complemento a las rentas familiares con los excedentes obtenidos a costa de tanto esfuerzo. Y llega el duro invierno a los valles y montañas de Cuatro Valles; y la disminución del trabajo propicia la vecindad y algunas celebraciones tan arraigadas como la Navidad, san Antón o san Blas.