Gorrión alpino
Montifringilla nivalis
E F M A M J J A S O N D
NE REP SED
E
s una especie de alta montaña que se distri-
buye por toda la franja norte de la cordillera
Cantábrica. También ocupa buena parte de
los collados, crestas y picos más altos de Cuatro
Valles.
Es el mayor de los gorriones leoneses, y el más
singular en cuanto a sus costumbres y hábitat. En
verano el macho presenta un plumaje pardo en
el dorso y blanco sucio en las partes inferiores.
La cabeza es gris y posee un pequeño babero
negro. Aunque posado no es muy llamativo, en
vuelo presenta unas plumas blancas en las alas y
cola, que le dan gran vistosidad. Emiten un sonido
peculiar y algo escandaloso, características que
hacen que sus bandos sean fáciles de reconocer
en la montaña. Las hembras son menos contras-
tadas que los machos y, en invierno, ambos sexos
son menos llamativos.
Prefiere canchales con pastos alpinos y subalpinos
y afloramientos rocosos, por encima de los 1.800
m de altitud, con marcada querencia por las zo-
nas calizos. La montaña cantábrica leonesa marca
el límite suroccidental de su área de distribución.
No es un ave común, por su distribución restringi-
da, pero resulta fácil de ver en los altos de Babia,
Luna o Los Argüellos. Especialmente prolífico en
gorriones alpinos es el macizo de los Picos Albos,
que tiene su cota más elevada en Peña Orniz
(2.194 m) y hace de triple divisoria de aguas al
verter desde sus laderas a la cuenca del Miño, a
la del Duero y a la del Cantábrico.
Suelen observarse en bandos más o menos nu-
merosos, entre 20 y 50 individuos, que en invier-
no pueden llegar a 100 ejemplares, picoteando
entre los prados alpinos y los roquedos. Los invier-
nos rigurosos propician su observación a menor
altitud, incluso en las cercanías de algunos pue-
blos de montaña.
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Foto Javier Albiac