hace unos diez mil años, están muy alejadas, de modo que aún
no ha tenido tiempo suficiente para alcanzar estos territorios. El
abedul, un colonizador menos exigente que el haya, resiste
mejor los periodos fríos, estando también favorecido en este
caso por la naturaleza silícea del suelo. En la actualidad, el abe-
dul se refugia en laderas de orientación norte, pues a pesar de
soportar fríos extremos en invierno y altas temperaturas en
verano, necesita de cierta humedad en el suelo a lo largo de
todo el año.
En el resto de la montaña de León, el abedul, sigue el
mismo patrón de distribución que en el resto de Iberia, es decir,
ejemplares aislados o pequeños bosquetes. Es normal la pre-
sencia de abedules en los bosques de ribera como una especie
más de la orla ribereña, en los bosques mixtos de Laciana, en
los hayedos de las cabeceras del Torío y el Bernesga y en las
zonas más húmedas de todos los robledales.
Se trata de un árbol muy llamativo y que seguramen-
te, conforma uno de los bosques de mayor belleza. Los abedu-
les pueden alcanzar buen
porte, llegando a los veinticin-
co metros de altura y unos
sesenta centímetros de diáme-
tro. Su corteza de color blanco
brillante, sobre todo cuando
están desprovistos de hoja,
confiere a estos bosques un
aspecto inquietante. Al llegar
la primavera y cubrirse total-
mente de hoja, las condiciones
de sombra cambian por completo su aspecto, creando entonces
una imagen de quietud y sosiego.
El abedul forma masas boscosas con cobertura total al
entrar en contacto las copas de los árboles. A pesar de ello su
follaje no alcanza densidades muy elevadas permitiendo el paso
de una cantidad muy apreciable de luz. Esta particularidad dife-
rencia claramente el abedular de los hayedos, en los que la falta
de luz genera unas condiciones de sombra que limitan el creci-
miento del sotobosque. Los abedulares por el contrario, presen-
tan un estrato herbáceo muy desarrollado y unas comunidades
de arbustos importantes. La estructura de los estratos inferiores
depende en gran manera de la densidad de árboles que a su vez
se ve determinada por la estructura del suelo. En zonas con sue-
los profundos y continuos se disponen masas compactas que
limitan la penetración de luz. Pero cuando se asientan sobre
62.
Urogallo cantábrico