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2002¬2009
memoria
Cuatro Valles aglutina un extenso territorio que ocupa alre-
dedor del 20% de la provincia de León. Se trata de siete comar-
cas que tienen en común su fisiografía montañosa y constitu-
yen las cuencas de cabecera de algunos de los principales ríos
leoneses como el Sil, el Luna, el Omaña, el Bernesga, el Torío o
el Tuerto. Valles y cumbres se suceden en un paisaje de extraor-
dinaria belleza, reflejo fiel de una privilegiada naturaleza y del
uso que, desde siempre, el hombre ha hecho de ella.
La población, salvo algunas excepciones, se ubica en núcleos
rurales dispersos y de pocos vecinos que, hasta hace apenas
unos decenios, tuvieron en la ganadería y en una exigua agri-
cultura su medio de subsistencia. Solo cabeceras de comarca
como La Robla o Villablino encontraron, a lo largo del siglo XX,
nuevos horizontes en la actividad industrial o en la minería.
Territorio eminentemente rural en el que, en la actualidad,
resulta evidente el rastro dejado por la emigración, la des-
población y el envejecimiento de la población. Comarcas de
notables recursos naturales, de aguas claras, picos erguidos,
bosques profundos y valles modelados por el hielo que alber-
gan todavía especies emblemáticas de nuestra flora y fauna, y,
sobre todo, una enorme biodiversidad, menos conocida y reco-
nocida por el gran público, que soporta, sin embargo, sistemas
naturales de gran valor de conservación, auténtico patrimonio
natural de estas tierras del occidente leonés, internacionalmen-
te reconocidas con varias figuras de conservación. A los valles
de Babia y Luna, el Alto Sil o las hoces de Vegacervera, incluidos
en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, hay que aña-
dir cinco Reservas de la Biosfera, el Valle de Laciana, los valles
de Omaña y Luna, Babia, el Alto Bernesga y Los Argüellos, ga-
lardón otorgado por la UNESCO a aquellos territorios en los que
el manejo tradicional de sus recursos ha sido compatible con la
conservación de los mismos. Valles también reconocidos por la
Unión Europea como ZEPA (zonas de especial protección para
las aves) y como LIC (lugares de interés comunitario) figuras
que afectan a toda la franja cantábrica del territorio de Cuatro
Valles. Enclaves que, además, guardan en sus rocas la historia
de la Cordillera Cantábrica y en los que se suceden singularida-
des geológicas y paleontológicas de relevancia internacional.
Un extenso patrimonio digno de ser conocido y conserva-
do, que se complementa en las comarcas de Cuatro Valles con
un patrimonio cultural de enorme interés, carente quizá de as-
pectos monumentales, pero no por ello de menor importancia.
Castros prerromanos y otras evidencias arqueológicas refieren
el temprano poblamiento de estos valles; iglesias, ermitas y
distintas manifestaciones del patrimonio religioso que encuen-
tran su verdadera dimensión en romerías y fiestas de profundo
arraigo popular; casas blasonadas, palacios o vetustos castillos,
que apenas se mantienen en pie, se complementan con una
rica y variada arquitectura popular que tiene en los hórreos,
los molinos rastreros, los corredores de algunas casas o las cu-
biertas de paja de centeno su máxima expresión. Formas de
relación del hombre con su entorno, maneras de solventar las
vicisitudes del día a día, de abordar el trabajo y el descanso me-
diante soluciones sencillas e ingeniosas plasmadas en aperos,
herramientas, en el habla o en los juegos tradicionales. Un va-
lioso patrimonio, trasmitido durante generaciones, casi siem-
pre de forma oral, que perfiló las normas de convivencia, las
tradiciones, las leyendas y la historia de cada comunidad.
Siete comarcas distintas, con algunas similitudes, pero cada
una con su propia identidad. Comarcas que perfilan el tránsito
entre el norte montañoso, de influencia atlántica y las llanuras
más meridionales atemperadas por el clima mediterráneo. Pro-
gresivo paso entre una economía eminentemente ganadera a
otra más volcada en obtener de la tierra su potencial agrario.
La Cepeda
, la más meridional de las comarcas de Cuatro Va-
lles, es también la que mantiene una mayor actividad agraria.
Sus lomas desgastadas, cubiertas de urces y pinos esconden
profundas gargantas; pero su paisaje, bien distinto al del resto
del territorio, se asienta sobre expuestas planicies cubiertas de
campos de centeno y vegas frescas regadas por el Tuerto o el
Porcos, ambos embalsados para favorecer el regadío.
La Cepeda vio florecer su economía al amparo de algunas
minas y, sobre todo, tras la puesta en funcionamiento del ferro-
carril a principios del pasado siglo. Sus estaciones vieron des-
filar todo tipo de mercancías y de viajeros, quizá como antes
lo hicieran las antiguas calzadas romanas que atraviesan esta
comarca, empleadas luego por los peregrinos que, camino de
Compostela, buscaban en estos valles pasos menos aventura-
dos que los del Camino Francés.
Omaña
recibe su nombre del río, uno de los mejor con-
servados de la provincia de León gracias a no estar regulado
en cabecera, a pesar de los sucesivos proyectos que periódi-
camente reclaman su embalse. El valle cuenta con evidencias
Cuatro Valles y sus comarcas
Desfiladero del río Sil. LACIANA Y ALTO SIL
Braña de
Cubatsu
. LACIANA Y ALTO SIL
Peña Ubiña. BABIA
Palacio de Riolago. BABIA
Embalse del río Luna. LUNA
Museo del pastor. LUNA