Las rocas sedimentarias se forman por la acumulación y consolidación de sedi-
mentos, es decir, de materiales generados al ser destruidas las rocas que hay en la superfi-
cie de la tierra. Son de dos tipos principales.
Las rocas sedimentarias silíceas, están formadas por sedimentos insolubles en
agua, constituidos total o parcialmente por el mineral llamado sílice o cuarzo (SiO
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).
Pueden ser de tres tipos, en función del tamaño de grano: los conglomerados (formados
por sedimentos grandes, como los cantos de los ríos); las areniscas (constituidas por are-
nas) y arcillitas (formadas por solidificación de fangos y arcillas). Las dos primeras son
rocas muy resistentes a la erosión, generando relieves altos y sobresalientes en el paisaje.
En cambio, las arcillitas (que con frecuencia alternan con capas de areniscas), son rocas
fáciles de erosionar, por lo que habitualmente son modeladas en forma de valles. La
destrucción de estas rocas genera suelos ácidos, sobre los que suelen instalarse especies
acidófilas, como robles o brezos.
Las rocas sedimentarias carbonatadas están formadas por minerales solubles en
agua que, bajo determinadas condiciones precipitan, generando partículas sólidas. Se cla-
sifican en función de su composición química, siendo las calizas (carbonato de calcio), las
más extendidas, caracterizadas por sus tonos grisáceos; las dolomías (carbonato de calcio
y magnesio), por el contrario, suelen presentar tonos pardo-amarillento.
Aunque son rocas muy resistentes a la erosión mecánica, se disuelven fácilmente
en el agua de lluvia, que es ligeramente ácida, formando laderas de pendientes suaves. No
obstante, las calizas más puras son bastante duras y originan grandes farallones, a veces
muy verticales.
No generan grandes suelos, lo que unido a la carencia de agua en superficie,
condiciona su colonización por la vegetación.