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Situado sobre el farallón rocoso que custodiaba el curso del río Luna, el castillo de

Luna debió ser una fortaleza imponente. Desde época de la monarquía asturiana, fue consi-

derado uno de los principales baluartes defensivos del reino, en el que se custodiaba el tesoro

real.

Apreciado también por su buena ubicación, el castillo de Luna contó siempre con el

favor real. Entre los monarcas próximos al castillo, se encontraba Alfonso II y su familia, que

forjaron algunas de las páginas más oscuras de la leyenda de esta fortaleza.

D. Alfonso mandó a Luna a su hermana y favorita, Doña Ximena, poniéndola a

cargo de uno de sus más valerosos caballeros, el Conde de Saldaña, Sancho Díaz. Y entre ellos,

relata el romancero, “ocurrió lo que tenía que ocurrir...” naciendo meses más tarde Bernardo

del Carpio, héroe de Roncesvalles.

Enterado el rey de los amoríos de su her-

mana, y no pudiendo admitirlos en su estricta moral,

la encerró a ella en un monasterio, que la tradición

asimila al cercano Otero de las Dueñas. A él, tras

desorbitarlo, le confinó de por vida en una de las

mazmorras del castillo de Luna, de la que nunca sal-

dría, a pesar de los reiterados intentos de su hijo por

liberarlo.

Cuentan en Luna que hasta hace poco, se

guardaban en el pueblo los grilletes que

cautivaron a Sancho Díez en el castillo...