Acantonado sobre un afloramiento calizo, el sabinar de Mirantes de Luna es
una de las formaciones vegetales de mayor interés en la provincia de León. Está
considerada como la mancha de sabinas más occidental de Europa. Muestra
una clara tendencia a exposiciones meridionales.
Se trata de un bosque abierto, dominado por la sabina albar (de inconfundible
porte cónico) a la que acompaña un sotobosque muy poco desarrollado, en el que proliferan especies propias
de ambientes mediterráneos, destacando algunas aromáticas como los tomillos, así como agracejos o genistas.
El fuerte contraste entre el verde intenso de las sabinas y el tono gris ceniciento de la caliza, genera un juego
cromático de gran riqueza paisajística.
Sobre Los Barrios, donde antes se disponía el castillo, se asienta ahora el muro del embalse de
Luna. Construido a mediados de la década de los 50, ha posibilitado un importante aprovechamiento hidro-
eléctrico y sobre todo, poner en regadío todas las tierras ribereñas del Órbigo y el Páramo, en la actualidad
una de las zonas agrarias más productivas de Castilla y León.
El embalse de Luna es uno de los principales reclamos turísticos de la zona, tanto por la riqueza
paisajística que generan estas grandes masas de agua entre las montañas, como por los aprovechamientos
deportivos y de recreo acuáticos que en él se han puesto en marcha.
Anegados por sus aguas quedaron Truva, que apenas contaba con un molino y una casa, La
Canela, Ventas de Mallo, Cosera, Miñera de Luna, Casasola, un barrio de Miñera, El Molinón, Campo
de Luna, Oblanca, San Pedro de Luna, cuyo viaducto fue sustituido por el conocido puente atirantado
“Fernández Casado”, Lagüelles y Láncara de Luna. Mirantes y Santa Eulalia se vieron parcialmente anega-
dos, lo que sin duda determinó su abandono y ruina. Se han perdido también para siempre, algunos impor-
tantes vestigios de la historia de León, amplias vegas y la cañada que contempló el trasiego interminable de
hombres y ganados.