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babia
Sin duda una de las zonas de mayor riqueza paisajísti-
ca de todo León, Babia puede definirse por el enorme contras-
te entre sus cumbres calizas, grises, masivas y vigorosas, presi-
didas por el macizo de Ubiña y los profundos valles, anchos,
glaciares, tapizados de pastizales a los que, no hace tanto, lle-
gaban cada verano los ganados trashumantes. Valles imponen-
tes que la vista no alcanza a ver, casi sin arbolado. Depósitos de
morrena aloman los perfiles de valles en “U”, rompiendo la
monotonía del curso del río Luna. La cierran Asturias por el
norte, Laciana al oeste, Luna al Este y Omaña al sur y también
imponentes cotas de más de 2.000 m. en todo su perímetro.
Cuenta con dos municipios, Cabrillanes y San Emiliano, que
por encima de los 1.000 m. y con una cota máxima de 2.417 m.
en Peña Ubiña dan buena idea de la dureza de la vida en este
territorio. No obstante, su poblamiento es antiguo, Neolítico,
con vestigios posteriores pertenecientes a la cultura castrense.
Los romanos trazaron aquí una de sus principales vías, la cal-
zada del Puerto de La Mesa. Viejas torres defensivas, como las
de Torrestío o Torre de Babia recuerdan que la zona fue siem-
pre refugio de grupos indómitos, resistentes a cualquier domi-
nador foráneo. Pueblos destacados como Riolago, albergan la
memoria de un pasado notable.
Los interminables pastizales de Babia, son el resulta-
do de la secular acción antrópica. Una intensa actividad gana-
dera, que se remonta al s. XIII, posibilitó el arrendamiento del
territorio babiano a los ganados de la Mesta hasta 1863 o a los
de distintos monasterios o casas señoriales hasta hace algunos
años. La naturaleza calcárea del suelo, rico en nutrientes, faci-
Panorámica de Los Valles de Babia desde El Collado de El Ronzón