pero también monjes que fundaron nuevos
cenobios en los valles meridionales de la
Cordillera y fomentaron nuevos poblamien-
tos. Se fue así consolidando el reino, bajo la
protección de una tupida red de fortificacio-
nes que actuaban como unidades administra-
tivas, al amparo de señoríos y monasterios.
No son pocas las leyendas de la comar-
ca que narran la extraordinaria belleza de
aquellas muchachas mozá-
rabes, de las que
q u e d a r o n
prendidos
incluso
los reyes leoneses...
El territorio del Bernesga se fue estructu-
rando en base a sus dependencias. Así, los
pueblos de Arbas dependieron de la abadía
de Santa María de Arbas; los de La Tercia
y Gordón se integraron respectivamente
en los concejos del mismo nombre, un sis-
tema de organización vecinal que estable-
cía, y aún lo hace en parte, las normas que
regulaban gran parte de las actividades coti-
dianas. Por su parte, el actual municipio de
Cuadros
estaba integrado en el alfoz de León,
por lo que sus habitantes estaban
obligados a socorrer a la ciudad en
caso de guerra, así como a recons-
truir y proteger su muralla.
Muchas fueron las familias hidal-
gas que, a lo largo de los siglos, asen-
taron sus heredades junto al Bernesga.
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