Las calizas se originaron por sedimenta-
ción de materiales en un mar que, hace millones de
años, cubría esta zona de la Cordillera Cantábrica.
Se trata de calizas de tono gris y grano fino, sobre
las que actúan dos agentes combinados: la acción
mecánica del arroyo del Villar, de régimen pluvio-
nival y la disolución química de la roca, alterada por
aguas ligeramente ácidas, que de forma lenta pero
inexorable, han ido perfilando el desfiladero.
La hoz se abre de forma transversal al
bloque de calizas que atraviesa, provocando una
incisión profunda y estrecha, con paredes muy
verticales. La parte inferior, por donde discurre el
arroyo en la actualidad, se mantiene casi siempre
en sombra, generando un ambiente característico y
propio de estos barrancos casi inaccesibles.
A pesar de sus pequeñas dimensiones, las
Hoces del Villar generan un paisaje de gran belleza,
potenciado por la presencia de plantas rupícolas
altamente especializadas.