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dora en las obras públicas se dio a partir del siglo XVIII. Con
la llegada de la nueva dinastía de los Borbones se dispusieron
los medios necesarios para mejorar la obsoleta red viaria espa-
ñola, lo que motivó tanto la restauración como la construcción
de un gran número de puentes por parte del Estado. También
fue posible gracias a la considerable mejora de la economía
nacional y a los avances de la ingeniería ilustrada. De este
momento es el sobrio puente sobre el río Bernesga situado en
Puente de Alba
, obra del cantero Marcos de Vierna y Pellón y
del arquitecto Manuel Reguera, levantado con sillería y sillare-
jo para hacer tres bóvedas desiguales de cañón, las cuales des-
cansan sobre dos pilas centrales con tajamares de planta trian-
gular que llegan hasta la rasante. El puente del
Tornero
, cerca-
no a Pola de Gordón, tuvo su origen en época romana pero ha
sufrido sucesivas intervenciones hasta que en el siglo XVIII
adquirió la fisonomía actual; está constituido en dos tramos,
con dos bóvedas de cañón de fábrica de sillería cada uno -sien-
do más antiguas las más pequeñas, situadas en la margen
izquierda-, sirviendo de apoyo unas pilas con tajamares de
planta triangular aguas arriba y rectangular aguas abajo, que
llegan hasta la rasante.
De las construcciones realizadas en el siglo XIX se
puede destacar el
puente de La Magdalena
a la entrada de la
localidad de Canales, proyectado por José Nogales en 1878 y
construido a continuación por Juan de Guisasola por 733.245
reales. Consta de tres amplias bóvedas escarzanas de sillería
caliza, aunque demasiado estrechas para usos actuales, apoya-
das sobre pilas con tajamares de extremos semicirculares.
El capítulo de puentes se cierra brillantemente con un
ejemplar espectacular, el construido en la autopista León-
Foto: Puente de Murias de Paredes