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comunicaciones fue, sin duda, el que relacionaba a toda la zona
de Cuatro Valles con Asturias bien a través de la calzada del
Bernesga, que cruzaba los puertos de Arbas y que seguía el tra-
zado de una rama secundaria del Camino de Santiago, que iba
paralelo al río Bernesga en su recorrido hacia San Salvador de
Oviedo desde la ciudad de León o bien el que, ascendiendo por
el valle del Torío, entraba en Asturias a través del Puerto de
Piedrafita. Gran vitalidad parecen haber tenido también, tanto
la antigua Vía de la Mesa y el puerto de Ventana, como los
caminos que por Somiedo o Leitariegos comunicaban las
comarcas de Luna, Babia, Omaña y Laciana con los puertos
pesqueros del occidente astur. Asimismo, la entrada en El
Bierzo por el puerto del Manzanal, atravesando La Cepeda, fue
siempre una ruta muy utilizada desde la antigüedad por todo
tipo de pueblos, civilizaciones y economías. En este marco físi-
co y climático se desarrolla desde los más remotos tiempos
prehistóricos y con mucha mayor claridad durante todo el
período medieval, muy especialmente entre los siglos XI al
XIII, una nutrida red de pequeños núcleos de población, nues-
tros actuales pueblos o aldeas, algunos de los cuales por su
mejor situación o por otras razones difíciles de precisar dan
origen a las cabeceras de comarca, las sedes de los distintos
ayuntamientos que conforman hoy Cuatro Valles.
El paisanaje.
Si es cierto que el paisaje que hemos
intentado definir conforma al paisana-
je, no hay duda de que éste constitu-
ye la base esencial de la zona de
nuestro estudio. El potencial
humano es ciertamente rico, bien
descrito ya por Gil y Carrasco,
Víctor de la Serna o Florentino
Agustín Díez quienes pre-
sentan a los hombres de
la región como perso-
nas serias y cabales,
enjutos y de aventa-
jada estatura, previ-
sores, “con cierta
retranca” - como se
dice por estas tie-
rras para referirse a
un tipo un tanto
Foto: Omañesa