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puede hallarse otro de tipo más
evolucionado, como el de San
Felix de Arce, de dos piedras,
donde se incorpora una modesta
máquina de cernido, movida por
poleas engranadas al movimiento
del
rodezno
de la piedra. Podemos
indicar que también encontramos
edificios con esta función que
conservan techo de paja, como en
de San Feliz de las Lavanderas o Villanueva de Omaña, así
como mantener otros elementos característicos de la arquitectu-
ra tradicional como los penales resaltados, en Candemuda,
molino que se cubre singularmente con una bóveda, o en
Arriego de Abajo protegidos por losas escalonadas. Otras insta-
laciones hidráulicas que podemos referenciar todavía en fun-
cionamiento en el siglo XIX, son los batanes, como los tres de
Huergas de Babia, o los de Arienza, Rabanal de Luna y Vivero;
la ferrería de Abelgas, o la sierra de afilar de Las Omañas, no
pudiendo olvidar que ciertas actividades artesanales como el
trabajo del hierro, tuvieron importancia, como nos lo indica el
fuero dado por Alfonso IX, en 1255, al territorio de Ribas del
Sil, donde entre las rentas que debían satisfacer los habitantes
de Palacios del Sil, Cuevas del Sil y Susañe, se citan las rejas
de hierro. Otra actividad significativa de la zona, especialmen-
te en la mitad oriental, era la producción de cal, aprovechando
la presencia masiva de material pétreo calizo, de lo que quedan
los hornos específicos realizados en fábrica de mampostería
que salpican el paisaje de este territorio.
A modo de conclusiones podemos señalar que la arqui-
tectura popular de estos siete valles norteños leoneses, en sus
múltiples variedades, establece la continuidad y transición de
los modelos cantábricos, siendo la solana o corredor el elemen-
to unificador y la piedra la dominadora de sus exteriores, a la
arquitectura de páramos y vegas, donde las fábricas de tierra
son las protagonistas. Sin lugar a dudas destaca, por su interés
cultural y etnográfico, el diverso conjunto de arquitecturas con
cubierta vegetal, que constituye uno de los núcleos más impor-
tantes peninsulares. Es una arquitectura en grave peligro de
desaparición, debido al abandono y olvido sufrido y donde el
miedo a los incendios ha sido un factor histórico importante,
requiriendo hoy una acción decidida por la parte de todas las
administraciones en su preservación y conservación.
Foto: Molino. Sosas de Laciana