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montes de roble y de los pastos donde se mantiene una activi-
dad ganadera compartida con la minería desarrollada a lo largo
de los primeros años del pasado siglo, y ubicada en determina-
das áreas de los mismos, especialmente en la zona de
Matallana, La Robla y Tierra de Gordón, donde aquel incipien-
te esplendor se ha tornado en delicado futuro.
En cuanto a La Cepeda, al sur de Omaña, es un terri-
torio que se aleja de las condiciones de las anteriores, al ocupar
un territorio de piedemonte más benigno en cuanto a la orogra-
fía y definición climática, y más agrícola, aunque en Brañuelas
también existen puntuales explotaciones de carbón.
Toda esa vida apoyada en la tradición y que define la
cultura popular de esta montaña, ha ido manteniendo en gran
medida su razón de ser. Y cuando no ha sido posible, la con-
ciencia de las gentes respecto a aquello que les une e identifica,
ha actuado de forma favorable, sosteniendo o recuperando las
viejas tradiciones todavía en estado latente, que identifican a
cada pueblo y, la suma de todas ellas, a cada comarca.
Tal como venimos diciendo, todo este bagaje cultural
se sitúa en un territorio que está condicionado por abruptos
espacios en los que dominan altos roquedos, gargantas labradas
en la piedra caliza, formaciones glaciares que hacen más escar-
padas estas alturas que preside Peña Ubiña; también por
amplias campas de pasto en puertos y majadas, por benignos
valles parcelados en praderíos, por la fronda de su vegetación y
la plenitud de su naturaleza. Es tierra de agua, roca y bosque, de
nieve y espléndidos soles que iluminan la escena cotidiana, la
fidelidad a la costumbre, el ritual de la fiesta, el sentir popular
que no es otra cosa, que el casi silencioso latir de los siglos.
Estos contenidos, ajenos en gran medida a la inmediatez y vola-
tilidad de los acontecimientos de la vida contemporánea, son la
esencia más interesante que todavía se puede vivir en esta mon-
taña adusta y acogedora, fiel a sí misma y abierta a los aires del
mundo, fuerte como la peña y suave como el agua que dejan sus
nieves.
Traspasada la línea que supone la primera imagen del
entorno físico, cabe, que el viajero se pregunte cuáles son los
contenidos que definen la tradición de esta tierra. Comencemos.