Las Omañas guarda entre su paisaje de tierras rojas teñidas por el verdor de la fresca vega
del río, el recuerdo de su dilatada historia.
Habitado el valle del Omaña desde antiguo, sus pobladores de etnia astur se reconocen en
las crónicas de Roma como los “homines maniun” por su carácter indómito, apelativo que posible-
mente diera nombre a la comarca.
Zona de transición entre la montaña y el llano, supone también el tránsito en los sistemas de
producción, que aguas abajo
se vuelven estrictamente
agrarios. Y en la construc-
ción tradicional, que pasa
de la piedra en los muros,
al tapial, al adobe y al canto
rodado.
Poco a poco, la
angostura de los valles de
montaña se torna en amplia
vega donde los forrajes,
las huertas y el lúpulo, se
acompañan por numerosas
plantaciones de chopo, que
permiten obtener nuevos
rendimientos a unas tie-
rras de labor cada vez
más en desuso.