por ella han transitado gentes y culturas, ejércitos y gana-
dos, sirviendo como calzada, cañada y real camino.
Ventas, puentes, fuentes y lagunas, como la Gallega
en los chanos de Villamejil, constituían hitos destacados
en el camino a su paso por La Cepeda. Durante la trashu-
mancia su trayecto se adaptaba a la forma tradicional de
cultivo, en turnos “de año y vez”, que obligaban a alternar
el recorrido en función de la hoja cultivada cada año.
Para ello existían las coladas, sendas entre los campos
en barbecho, y los caminos de servidumbre. Las tierras
surcadas por los rebaños recibían a cambio un preciado
tesoro, el abono, en forma de estiércol, de la próxima
cosecha. La colada de Ferreras fue utilizada sobre todo a
partir del s. XX, cuando los rebaños de merinas llegaban
hasta Astorga en tren.
Además de calzadas, Roma dejó en La Cepeda su
impronta en forma de explotaciones auríferas, como las
de La Veguellina, Zacos o Escuredo, donde sus peñas
guardan la bocamina de uno de los pocos yacimientos
excavados en la roca, la Cueva de la Braña. La presencia
de castaños en estos y otros pueblos, evidencia también su
paso por la comarca.
La autovía Madrid-La Coruña, constituye el eje este-
oeste de la comarca. Esta importante vía permite com-
probar, a su paso por La Cepeda, cómo las ocres tierras
maragatas sucumben bajo los vetustos y desgastados
17.
Villamejil