tran cobijo algunas singularidades faunísticas, como la cada vez más rara perdiz
pardilla o la poco conocida liebre de piornal, dos especies asociadas a la montaña
cantábrica que mantienen en estas pandas abiertas poblaciones destacadas. Las
gencianas, que aún crecen en los puertos, fueron tradicionalmente aprovechadas
por las gentes de estos valles, que aliviaban con ella trastornos gástricos, vómitos
o mitigaban la falta de apetito.
El lobo tiene en estos terrenos despejados mag-
níficos oteaderos desde los que adentrarse en
el valle si su afinado olfato le desvela la
presencia de algún corzo o jabalí, sus
presas favoritas. Antaño, a pesar de
los mastines, acosaba a los rebaños
de merinas, y ahora que la carga
ganadera ha disminuido considera-
blemente, no deja pasar la ocasión
de hacerse con algún potro recién
parido o con una rolliza ternera
en los puertos.
El terreno fragoso y una
dura climatología no han
impedido que el valle se
poblara desde antiguo. No
son pocas las evidencias
humanas que se remontan a
la Edad del Bronce; el ídolo
de Rodicol, encontrado en el
paraje donde ahora se ubica
la ermita de Nuestra Señora
de La Seita, datado entre 1800 y
1200 a. de C., habla de ritos ances-
trales posiblemente vinculados con la fertilidad. Son comunes en todo el valle
del Omaña las evidencias de castros, algunos prerromanos y en su mayoría ya
romanizados. Fueron los romanos pertinaces buscadores de minerales en todo el
noroeste peninsular, y fueron los astures uno de los pueblos indígenas que más
padeció este interés. Han llegado hasta nosotros numerosas evidencias de minería
romana en toda la cuenca del Omaña y, hay quien cuenta, que el apelativo de
“Valle Gordo” como es conocido en la comarca el valle de Fasgar, podría deber su
nombre a su abundancia en metales, incluido el oro. Pero sin suda es el yacimiento
de Las Omañas, situado en el tramo inferior del río, el que mejor refleja la intensa
actividad minera desplegada por los romanos en estos valles.
Puentes y calzadas imperiales ratifican el precepto de “territorio ordenado,
territorio dominado”; entre ellos, los puentes de Fasgar son posiblemente algunos
11.
Ídolo de
Rodicol