Una lucida arquitectura
tradicional engalana los pue-
blos de Omaña; construc-
ciones que responden a una
ancestral manera de optimizar
los recursos que el entorno
ofrece. Casas que agrupaban
la vivienda familiar y los ane-
jos que la actividad ganadera
o la agricultura requerían, y
que por lo general se dis-
ponían en forma de C, de
U o de L alrededor de un
corral o patio central. Cada
casa era una unidad produc-
tiva autárquica, con vínculos
familiares muy estrechos; era
necesario subsistir durante
largos inviernos de copiosas
nevadas, cuando los caminos
resultaban intransitables. Los
muros, de piedra local, eran
bajos; soportaban mediante
una elaborada estructura de
madera las cubiertas, tradicionalmente de paja de
centeno que los teitadores componían con paciencia
y reponían cada cinco o seis años. Tejados muy pen-
dientes y casas orientadas a mediodía para minimi-
zar los rigores del clima en la montaña. Arquitectura
maltratada por el tiempo, ahora muy transformada,
que se magnifica en los pequeños detalles: el llar en
el suelo siempre encendido, el amplio escaño, una
flor hexapétala labrada en una viga de roble, una
cruz protectora en el dintel de una puerta…
13.
Arquitectura tradicional