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Las huellas del glaciar de Torre de Babia
El paso de un glaciar erosiona con gran
fuerza el valle por el que discurre, lo
que afecta tanto al fondo como a las
laderas del mismo. Su forma es de “U”
muy abierta. Allí donde el hielo excavó
depresiones con forma de cubeta,
aparecen hoy lagunas y humedales.
Al retirarse los hielos, los materiales
arrastrados por el glaciar y acumulados
en distintas zonas del valle, se
muestran ahora como acumulaciones
caóticas de cantos, arcillas y arenas,
denominadas “morrenas”.
Iglesia de San Vicente, construida sobre una morrena frontal.
La laguna de Las Verdes en invierno.
moldear y perfilar su aspecto actual. De todos ellos,
el glaciarismo ha sido posiblemente uno de los más
significativos. A lo largo de miles de años se han suce-
dido periodos muy fríos, en los que el hielo ocupó bue-
na parte de esta comarca, y otros más templados, en
los que el hielo se retiraba parcialmente. Las elevadas
cumbres de los Picos Albos y de las Peñas de la Cueña,
situadas al noroeste y norte respectivamente de Torre
de Babia, reunían las condiciones óptimas para que la
nieve se acumulase durante las “glaciaciones”. Entre las
cumbres existían zonas menos elevadas, rodeadas por
paredes escarpadas, donde se acumulaba tanto hielo
que acababa por desbordarse, originando “glaciares de
montaña”. Estas zonas de acumulación situadas a gran
altitud se denominan “circos glaciares”. Cerca de Torre,
en el paraje de Las Verdes, abundan las evidencias de
esta actividad glaciar. La enorme presión ejercida por
el hielo sobre el suelo provocó la erosión del mismo,
lo que generó zonas excavadas en las que, al templar
el clima, se acumuló agua, tal y como ocurre en la ac-
tualidad. Así se formaron “lagunas de origen glaciar”,
como la laguna Recoleta, el Chagüezo o la laguna de Las
Verdes, todas ellas en Torre de Babia.
El hielo siguió acumulándose y avanzó hacia el sur,
dando forma a las rocas paleozoicas que encontró a su
paso. En la actualidad, varios parajes del valle muestran
una evidente forma de “U”,
clara señal de la acción del
hielo en el pasado.
Al alcanzar zonas me-
nos elevadas y de menor
pendiente, el hielo fre-
nó su avance y todos los
fragmentos de roca que
arrastraba con él fueron
acumulados; se origina-
ron así grandes depósitos
de rocas conocidos como
“morrenas”. Dependiendo
de su posición, las morre-
nas pueden ser “laterales”,
situadas a ambos lados de la lengua de hielo; “de fon-
do”, bajo esta; o “frontales”, si coinciden con la posición
del extremo frontal del glaciar. A menos de un kilóme-
tro del pueblo, hacia el sur, aparecen tres arcos de ma-
teriales acumulados, ahora atravesados por la carretera,
que corresponden a un sistema de morrenas frontales
que marcan el punto hasta donde avanzó el hielo en
cada momento. Entre estas morrenas y el pueblo exis-
ten otras menores, que corresponden a las distintas fa-
ses de retirada de los hielos cuando el frío remitió y el
glaciar se redujo. Una última morrena frontal rodea al
pueblo por el sur; se identifica bien, ya que sobre ella se
levanta la iglesia de la localidad.