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la nave; se compone de cuatro cuerpos y un pronunciado tejado
rematado con chapitel que alcanza una notable altura. La base
se abre mediante tres vanos con arco de medio punto para ser-
vir de pórtico a la entrada del templo; los dos cuerpos siguien-
tes son cerrados, mientras que en el último se dispone el cam-
panario con un vano en cada frente.
En el testero del camarín hay una pequeña capilla
cobijada por una corta bóveda, que llamaban popularmente
panera. Permite ver desde el exterior el camarín, y en la venta-
na enrejada se dispuso una hucha para que los devotos deposi-
taran las monedas.
En la línea divisoria de las comarcas de Babia y
Laciana, se encuentra el
Santuario de Nuestra Señora
de Carrasconte.
Frente a la portada norte del Santuario está
la
piedra furada,
que sirve de hito fronterizo. Esta piedra se
considera también como un célebre megalito, posible objeto de
culto como símbolo de la Gran Madre o de la Diosa Tierra. En
cualquier caso resulta que el lugar era considerado sagrado y
centro de culto desde antiguo. La documentación más remota
del santuario data de 1578, aunque parece que en el siglo XIV
se levantó una primera ermita a raíz de la milagrosa aparición
de la imagen de la Virgen. A lo largo del tiempo se documentan
varias reformas hasta que en el siglo XVIII, gracias a las nume-
rosas limosnas de los fieles, se demolió el antiguo templo para
erigir otro más amplio y suntuoso, que es el que ha llegado a
nuestros días. Según los datos recogidos por Francisco Mayán
Fernández la nueva edificación se extendería desde 1747 en
que se hacen los primeros preparativos, hasta 1781 en que el
maestro Manuel González Carriles termina la espadaña; no obs-
tante, en el siglo XIX todavía se hicieron reformas de interés.
El templo está construido con aparejo de mampostería,
utilizando los sillares de buena piedra labrada para la fachada,
reforzar las esquinas y para hacer los elementos sustentantes del
interior. Es de una sola nave, con planta en forma de cruz lati-
na. En el interior destaca la amplitud del crucero, en cuyo cen-
tro se alza una media naranja ciega de proporciones considera-
bles para las dimensiones del templo; no está trasdosada al
exterior y se decoró en época reciente con pinturas murales de
tema mariano. Se apoya sobre pechinas entre cuatro arcos tora-
les, hechos con sillares de piedra, al igual que los pilares que los
soportan. Los brazos del crucero presentan bóvedas de arista,