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91.

el patio, rematada con arco de medio punto -raras veces adinte-

lada- sobre el que vuela un balcón. Las portadas no tienen pro-

pósito de la monumentalidad y por esa razón no se utilizan

columnas o pilastras, ni se hace uso de entablamentos u otros

elementos arquitectónicos propios de la suntuosidad de los

palacios urbanos. En los ejemplos más destacados se disponen

en los extremos de la fachada sendas torres de base cuadrada,

levantando un tercer piso; sin duda esta organización obedece a

una reminiscencia y sentido de emulación del modelo de pala-

cio renacentista español, que se caracteriza por la disposición

de torres angulares. Los escudos heráldicos, emblema y orgullo

de quien levantó la casa, ocupan un lugar privilegiado, a los

lados del balcón principal o sobre él, siendo normal que haya

más de uno, producto de la fusión de familias nobiliarias.

Los edificios están siempre construidos con piedra,

aprovechando las canteras de la zona, lo que junto con las

cubiertas de pizarra daba una cierta unidad al conjunto. En

cuanto a los aparejos, varían, estando en los casos más sencillos

todos los paramentos construidos con mampostería, que se

ocultaría al embellecerse los muros con una gruesa capa de

enlucido para enrasar los paramentos. Los sillares de piedra

aparecen en arcos, vanos y esquinas, reforzando así las partes

más débiles de la construcción. Las familias más poderosas y de

mayores posibilidades económicas, ennoblecían la zona de la

portada, subrayándola mediante un rectángulo vertical, realiza-

do todo él con sillares bien labrados, creando así un ámbito

donde resaltaban la puerta, el balcón y, por supuesto, los escu-

dos nobiliarios.Hay muy pocos motivos ornamentales, incluso

en los construidos en el periodo más castizo del barroco. No

debemos olvidar que son edificios propios de una arquitectura

rural de zona de montaña, financiados por familias que no

estaban en el escalafón más alto de la nobleza. Por estas razo-

nes, se opta por una arquitectura sencilla, donde los alardes

decorativos quedan prácticamente reducidos a los escudos

heráldicos realizados, con más o menos maestría, en relieve de

piedra. Se prefieren otros valores más prácticos como la soli-

dez, la fortaleza y la austeridad.

Tanto las ventanas del piso

inferior, más pequeñas, como las del

piso superior, de mayores dimensiones

y muchas veces con balcón, nunca son

numerosos y están ordenadas regular-

mente, de forma que acrecientan el

Foto: Escudo de los Condes de Nava