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144.

las dos últimas. No obstante, en el ambiente siempre palpita la

presencia ganadera, pues a través de él se recuerda el cancione-

ro, siempre con un sentimiento nostálgico por las ausencias:

Ya se van los pastores

a la Extremadura,

ya se queda la sierra

triste y oscura.

Ya se van los pastores,

ya se van marchando,

más de cuatro zagalas

quedan llorando.

Ya se van los pastores

hacia la majada,

ya se queda la sierra

triste y callada

y con versos del romancero, del que es muestra el romance

Del

pastor que estaba en Babia

, que recoge Virgilio Riesco en su

libro

Babia paso a paso

:

Cuando la noche se abaja

toda en su manto guarnida

ya se avivan en el chozo

brasas de melancolía,

ya está la majada quieta,

tan ordenada y cumplida,

y ya señorea la luna

sobre la tierra enganida.

Junto a la práctica trashumante se realizaba la

trans -

terminante

, propia de aquellos pastores que en el verano traían

sus rebaños a la montaña y durante el invierno bajaban a la ribe-

ra del Órbigo, lo que suponía no salir de la provincia. Famosos

fueron en esta modalidad los ganaderos de Los Barrios de Luna,

donde la familia de los Morán han sido señeros y referencia

obligada. La vida pastoril no se reducía a estas modalidades,

pues, en Laciana, los

brañeros

representaban otro grupo con sus

peculiares costumbres y folklore, antes de que la comarca

dependiese de la minería del carbón. Todavía en los años pri-

meros del siglo XX, los hombres cantaban en el momento de

partir a los puertos, aquello de

El pastor ovejerico

es un puño en su pellica.

Ladra el mastín en el cerro,

runrunean las esquilas,

la noche, toda, se encalma

con las estrellas furtivas.

Ay, el mi pastor galano

que en vez de cantar suspira

(continúa)

Foto: Rebaño