172.
u
ojo de la muela
, dis-
tribuido por la
tarabica
,
que no es otra cosa que
un palitroque unido a la
canaleixa
apoyado
sobre la muela, por
cuyo movimiento de un
lado a otro, el grano se
distribuye por el ojo de
la muela. Molido el
grano, la harina cae en
el barandal, de donde se
extrae con una peque-
ñas palas de madera y
sin mango, para ensa-
carla en los costales,
que eran sacos de lino
de 80 kg. Son muchos
los que todavía perma-
necen en las cercanías
de los pueblos, aunque
están fuera de servicio. De ellos debemos admirar el sistema de
molido y recordar que la mayoría han formado parte de un sis-
tema comunal en el que estaba repartido por horas y días el
derecho a moler.
Otro mecanismo que compartía la fuerza del agua son
los
pisones
, ya desaparecidos, si bien quedan restos de uno de
estos batanes, a las afueras de Rabanal de Luna.
Con todo, y perdida su utilidad, también se resiente el
folklore que deriva de la función de los objetos que forman
parte de este patrimonio, adormeciéndose hasta que
espontáneamente y de vez en vez, se retoma el cancionero para
recordar estrofas como la de
“vengo de moler, morena,/ de los
molinos de abajo,/ dormí con la molinera, olé, olé,/ no me costó
gran trabajo,/ que vengo moler, morena”.
artesanía
La artesanía tradicional como hacedora de aquellos
útiles elaborados por el propio campesino o por artesanos espe-
cializados, hoy prácticamente es un recuerdo. Otra cosa es la
recuperación de ciertas técnicas del pasado que se aplican en la
elaboración o reproducción artesanal de ciertos objetos, la