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mayoría de carácter suntuario. En
unos casos, la elaboración se aden-
tra en el campo de las “nuevas
artesanías”, concebidas así por sus
diseños e incluso por la aplicación
de métodos que facilitan la pro-
ductividad. En otros, la labor se
ciñe únicamente a las pautas que
marca la tradición, aspecto que se
hace notorio en los
bordados
rea-
lizados por grupos de mujeres, algunos al amparo de asociacio-
nes, como sucede con “Omaña lo Borda”, en Murias de
Paredes, donde el resultado es consecuencia de manos pura-
mente artesanales. Una concepción distinta pero de obraje
manual, es el bordado con labores en panamá que en este
momento realiza Ana Fernández en La Magdalena.
En el campo de los
tejidos
se está lle-
vando a término otra artesanía en
Matalavilla (Palacios del Sil), donde
Elu Fraile emplea el telar tradicional
para la consecución de tapices, alfom-
bras, bolsos..., hechos con lana, lino y
algodón.
La
cerámica
es una opción especial-
mente cultivada en la que los artesanos
buscan nuevas formas de expresión a
partir de métodos tradicionales, pero
sin olvidar la investigación con la que
conseguir matices y efectos plásticos
que personalizan la obra de cada cera-
mista. Suelen coincidir estos artesanos
con lo que hemos definido como “nue-
vas artesanías”, de las que son ejemplo
Domingo Pino, que trabaja en Benllera, las Escuelas Taller “El
Manadero” en Piedrasecha y de la “Chamota” en Villablino, y
los obradores de Coladilla, en las cercanías de Vegacervera, de
José Enrique Notario en Vega de Magaz, y de Chelo Moreno en
Villablino.
La tradición cantera ha sido una constante en las
comarcas de Cuatro Valles. La filiación con esta materia prima
habría de alumbrar algún día una obra que no fuese la mera