por la música ritual de tambores y cornetas en las procesiones
de
Semana Santa
de Santa Lucía de Gordón, que se viene a
unir a los cantos propios de la Semana de Pasión, imprescindi-
bles en todos los actos y ritos del tiempo en cualquier parroquia
de nuestros pueblos.
modo de colofón podemos señalar que la cultura
de tradición sonora no está en una etapa de languidez total sino,
afortunadamente, en una fase de notoria transformación e incre-
mento de ejemplos recientes producidos a lo largo del siglo XX.
Incluso, se puede decir, que estamos en un período en el que se
reelaboran los hábitos musicales a partir de la recuperación de
materiales antiguos para una nueva y más viva difusión pun-
tual, tanto en el ámbito de la música vocal e instrumental, como
en el del baile y la danza. En este devenir se desarrolla el autén-
tico dinamismo del folklore. Lo contrario convertiría este patri-
monio sonoro en una recreación vinculada a un pasado
social y culturalmente extinto, único objeto de la
atención museística de la etnoarqueomusicología.
Hoy, la realidad de
CuatroValles cuestio-
na este último cri-
terio, pues la fres-
cura, riqueza y
vigencia de este
patrimonio sono-
ro radican pre-
cisamente en
el dinamismo
marcado por
el manteni-
miento de lo
pretérito y la
incorporación
de aquello que la
necesidad popu-
lar
demanda
ante su uso,
como siempre
ha ocurrido en
cada época.
194.
a
Foto: Leyenda “Ares de Omaña”