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189.

encuadrado en dicha categoría será aquel que, en ocasiones

ameniza cualquier sobremesa provocando e invitando al canto

de las melodías de un repertorio colectivo acompañado por sus

respectivos ritmos raspados en una

botella de vidrio

,

tambori -

leados

percutiendo con dedos, palmas y puños en la mesa, o

percutiendo como efecto de un diestro movimiento de muñeca

dos cucharas a modo de

tarrañuelas

de madera. El músico oca-

sional a veces toma forma en la figura de todo niño que, esgri-

miendo cualquier juguete sonoro de temporada, brinde el

ambiente y fondo acústico necesario para ilustrar una determi-

nada situación vital. Algunas de ellas pertenecen a un patrimo-

nio sonoro hoy en desuso, como en el caso del estruendoso

ambiente provocado por las ruidosas

matracas

y

carracas

, pro-

pias del antiguo ritual de la Semana Santa, con cuyo estrépito

se evocaba en las iglesias rurales el terremoto producido al

morir Cristo, y que el Concilio Vaticano II, merced a su libera-

ción de uso, relegó a los desvanes y al ámbito del juguete sono-

ro infantil.

Atendiendo al apartado infantil de músicosanónimos

ocasionales, se puede decir que aún hoy como antaño, no es

difícil encontrar en la primavera de nuestros pueblos, grupos de

niños jugando a construir senci-

llos útiles sonoros e instrumentos

elementales de materia vegetal,

mientras cantan alguna cancion-

cilla como aquélla empleada para

desmondar tallos, que reza:

“suda, suda ramo de salgue -

ra…”

. Por tanto,

flautillas

,

ron -

cos

,

silbatos

,

bufas

o

pitos

, que

responden a un sinfín de denomi-

naciones como

xiplas

,

bufones

,

etc., permiten perpetuar la tradi-

ción tal como hicieran sus ante-

pasados. Igualmente, gracias a

estos niños y mozos, podemos

todavía escuchar en un ambiente

festivo, el sonar y explotar de las

hinchadas

vejigas de matanza

,

incordiando a todos los presentes,

o las

explosiones

del

antruejo

,

época en la cual, además, en

Omaña podemos enriquecer la

Foto: Turullo