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encuadrado en dicha categoría será aquel que, en ocasiones
ameniza cualquier sobremesa provocando e invitando al canto
de las melodías de un repertorio colectivo acompañado por sus
respectivos ritmos raspados en una
botella de vidrio
,
tambori -
leados
percutiendo con dedos, palmas y puños en la mesa, o
percutiendo como efecto de un diestro movimiento de muñeca
dos cucharas a modo de
tarrañuelas
de madera. El músico oca-
sional a veces toma forma en la figura de todo niño que, esgri-
miendo cualquier juguete sonoro de temporada, brinde el
ambiente y fondo acústico necesario para ilustrar una determi-
nada situación vital. Algunas de ellas pertenecen a un patrimo-
nio sonoro hoy en desuso, como en el caso del estruendoso
ambiente provocado por las ruidosas
matracas
y
carracas
, pro-
pias del antiguo ritual de la Semana Santa, con cuyo estrépito
se evocaba en las iglesias rurales el terremoto producido al
morir Cristo, y que el Concilio Vaticano II, merced a su libera-
ción de uso, relegó a los desvanes y al ámbito del juguete sono-
ro infantil.
Atendiendo al apartado infantil de músicosanónimos
ocasionales, se puede decir que aún hoy como antaño, no es
difícil encontrar en la primavera de nuestros pueblos, grupos de
niños jugando a construir senci-
llos útiles sonoros e instrumentos
elementales de materia vegetal,
mientras cantan alguna cancion-
cilla como aquélla empleada para
desmondar tallos, que reza:
“suda, suda ramo de salgue -
ra…”
. Por tanto,
flautillas
,
ron -
cos
,
silbatos
,
bufas
o
pitos
, que
responden a un sinfín de denomi-
naciones como
xiplas
,
bufones
,
etc., permiten perpetuar la tradi-
ción tal como hicieran sus ante-
pasados. Igualmente, gracias a
estos niños y mozos, podemos
todavía escuchar en un ambiente
festivo, el sonar y explotar de las
hinchadas
vejigas de matanza
,
incordiando a todos los presentes,
o las
explosiones
del
antruejo
,
época en la cual, además, en
Omaña podemos enriquecer la
Foto: Turullo