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te el siglo XX la presentación y difusión de géneros musicales
novedosos en el folklore sucesivamente actuales. Dichos géne-
ros, procedentes de ámbitos muy distintos a los de estos valles,
sin duda han contribuido al progreso auditivo de los géneros
autóctonos, tanto en el mundo de lo vocal como en el del baile.
Por otra parte, el acordeón a veces abandona su protagonismo
solitario integrándose en algunas formaciones donde pasa a
compartirlo con otros instrumentos. Esto se produce de modo
habitual en las interpretaciones del baile “
txano
” (
chano
o
llano
) en Babia, Luna, Omaña, Laciana y Alto Sil. Para tales
ocasiones los instrumentos seleccionados por la costumbre son
membranófonos como los
panderos cuadrados
, o idió-
fonos, como las castañuelas,
los singulares y enormes
cas -
tañolones
o la “
payetxa
”,
sartén de mango largo sobre
el cual se frota una enorme
llave que porta el tañedor o
tañedora, con la que describe
el esquema rítmico de un
acompañamiento concreto.
La
gaita de fole
, se compone de un
fole
o depósito de
aire insuflado con el que se provoca el sonido merced a la pre-
sión que sobre él ejerce el brazo del intérprete. Dicha acción
permite dosificar el aire suficiente para hacer sonar al roncón y
al puntero de modo conjunto . Se llama
roncón
, a la pieza más
larga del aparejo de la gaita, que el gaitero coloca sobre su hom-
bro y provoca un sonido monótono y contínuo. El
puntero
, es
la parte más corta. Precisamente, por medio de este último, será
donde la alternancia de sus dedos al obturar y liberar varios
agujeros, genere la melodía oportuna, que podrá sonar con un
color distinto según las diferencias de afinación, si el puntero es
tipo asturiano o gallego, y la mayor o menor técnica interpreta-
tiva.
Al sur, en La Cepeda, la situación cambia y la cos-
tumbre ha querido que la comarca tradicionalmente haya sido
ocupada por la figura inmemorial del
tamboritero
con su
flau -
ta
de tres agujeros y su
tamborín
al brazo. La peculiar
flauta
está basada en un principio físico acústico que en el mundo
musical se conoce como el de los armónicos del sonido. La sin-
gularidad del conjunto aumenta, al ser el mismo intérprete