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36.

el mismo hasta la corriente fluvial, un camino que se ha de

mantener en activo siempre. No olvidemos que las campañas

militares durante la etapa medieval se iniciaban en primavera,

pero adquirían verdadera carta de naturaleza durante el verano

y que uno de los métodos de asedio más eficaces consistía en

aguardar a que se les acabara el agua a los defensores, momen-

to en el que, necesariamente, debían pactar.

En cuanto a su tipología, los castillos pueden dividirse

en cuatro grupos básicos: roqueros, montanos, en llano (tanto

aislado como en ciudad) y en cerro o monte. Los primeros se

adaptan al terreno, generalmente un peñasco, formando plantas

irregulares y aprovechando al máximo las condiciones geográ-

ficas del asentamiento.Los segundos se sitúan al final de una

meseta dominando desde allí el terreno a sus pies y, al igual que

los terceros, suelen obedecer a condicionantes propios del

dominio del territorio. Los denominados en llano responden a

modelos generalmente más señoriales, propios de los últimos

siglos de la Edad Media, cuando la frontera se hallaba a cientos

de kilómetros al sur de León.

En los Cuatro Valles encontramos ejemplos de algunos

de estos tipos referidos: Luna, Alba y Gordón nacen por nece-

sidad militar, como veremos, durante la primera etapa de los

siglos medievales; Benal, aunque probablemente se eleve sobre

unos restos fortificados anteriores, lo hace al amparo de los

intereses particulares de los Quiñones, igual que la torre de

Ordás o la de Tapia, perteneciente a los Osorio de Astorga y,

más tarde, a la Casa de Luna. Funciones e intereses que, inva-

riablemente, resultan frutos de su tiempo. Por ello, es necesario

que retrocedamos hasta los orígenes de la Reconquista para

entender mejor el cómo y el por qué de algunos de estos cen-

tros de poder y su posterior evolución.

La llegada de los musulma-

nes en el 711, la respuesta cristiana

a esta invasión a lo largo del s. VIII,

centrada en las tierras asturianas,

motivó una más que perentoria

necesidad de defensa entre aquellos

que resistían al poder ismaelita.

Sabemos que el primitivo reino de

Asturias mantenía la Cordillera

Cantábrica como frontera natural,

Representación de un asedio medieval