Background Image
Previous Page  47 / 227 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 47 / 227 Next Page
Page Background

40.

encuentro se saldó con la más rotunda victoria leonesa y la más

afrentosa derrota del ismaelita. Poco después, el príncipe

omeya envía un embajador al norte para ratificar un tratado de

paz con su adversario, que le permita a un tiempo recomponer

sus alianzas, estudiar mejor a su adversario y castigar a quienes

traicionaron al Islam en el campo de batalla. Ramiro II confir-

ma el pacto y los principales nobles leoneses se adhieren al

mismo.Todos excepto dos: los condes Diego Muñoz de Saldaña

y Fernando González de Castilla. Enfurecido con esta osadía, el

monarca ordena su inmediata encarcelación: el de Saldaña sufre

los hierros de la prisión en nuestra fortaleza, como hemos refe-

rido. El castellano en las torres de la ciudad de León. Una prue-

ba del poder real que nos habla de la todavía sólida y prestigio-

sa figura del soberano, capaz de aherrojar a dos rebeldes de la

entidad política de estos magnates. Vueltos a la obediencia real,

ambos fueron liberados poco después.No escapó Gordón a las

huestes de Almanzor, sufriendo su asedio aunque, al igual que

Alba y Luna, supo evitar su conquista.

En el siglo XII, durante el reinado de Doña Urraca

(1109-1126), el castillo pasó a manos del conde Suero

Vermúdez, señor ya de Babia y Luna, apoyo fiel y permanente

de la soberana en un momento histórico particularmente difícil

y caracterizado por los conflictos con el rey de Aragón y la pro-

pia nobleza leonesa, siempre remisa a acatar la autoridad del

soberano. A raíz de la división de León y Castilla (1157), y de

los problemas entre los monarcas de ambos territorios, esta for-

taleza fue asediada por Alfonso VIII de Castilla durante una de

sus incursiones en 1196, siendo recuperada por Alfonso IX de

León en 1212, quien no dudó en inutilizarla a fin de impedir

que volviera a caer en manos del enemigo.

CASTILLO DE BARRIOS DE LUNA

Por desgracia apenas si conservamos algunos escasos

muros de lo que antaño fue soberbia fortaleza. El paso del tiem-

po y la construcción de la presa del pantano al que da nombre

terminaron con sus días. Sito en el pago denominado “Peña

Almanzor”, sabemos que fue erigido durante el reinado de

Alfonso III el Magno aunque, en esta ocasión, tenemos la cer-

teza de un asentamiento previo en el mismo lugar. Restos cerá-

micos y metálicos de época prerromana y romana hablan de un

pasado anterior, su vinculación con la estirpe Quiñones de su

pervivencia hasta que el abandono humano en la Edad

Contemporánea puso fin a su historia legendaria.