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mentado durante todo el año en un mismo territorio, de ahí que
cuando los pastos de uno de esos extremos son escasos o poco
provechosos los rebaños son desplazados hacia el otro para que
puedan alimentarse, o lo que es igual los propietarios de las
cabañas se veían obligados, en torno al mes de mayo-junio, a
abandonar las dehesas del sur, o de invernada, localizadas en
Extremadura, Andalucía y La Mancha, donde permanecieron
desde septiembre-octubre, por encontrarse ya esquilmadas, en
favor de las zonas montañosas del norte; por el contrario, cuan-
do en éstos últimos lugares comienzan los primeros fríos reali-
zan con sus ganados el circuito inverso, es decir, retornan a las
dehesas, cuyo pasto se ha regenerado. Esos ciclos, o formas de
movilidad ganadera que se complementan, han recibido diver-
sas clasificaciones, entre ellas está la que lo divide en dos
modalidades: el circuito normal, que será el que los rebaños
hacen cuando se desplazan de sur a norte; y el circuito inverso,
es decir, el trayecto que conduce desde los agostaderos a los
parajes de invierno.
Uno de los más importantes soportes de la economía
española, y muy especialmente en las comarcas de Cuatro
Valles, fue la lana, fuente de riqueza que dimana de la ganade-
ría trashumante, lo cual va a estimular a la monarquía española
para desarrollar una importante legislación encaminada al pro-
teccionismo de esa granjería. Ahora bien, la rentabilización de
esa materia prima no se hizo a través de la creación de fábricas
manufactureras textiles, como fue el caso de Inglaterra, sino
que el camino escogido fue la exportación. Uno de los princi-
pales mercados de la lana castellana fue Flandes, sobre todo una
vez superados los primeros años del siglo XIV, momento en que
toma el relevo a Inglaterra -que hasta entonces había sido el
principal abastecedor de los flamencos- , ya que este país se ve
envuelto en una serie de conflictos internos y, además, comien-
za a desarrollar una producción propia.
Existen diversas teorías sobre los orígenes más remo-
tos de la trashumancia en la Península Ibérica, en función del
apoyo historiográfico, arqueológico o documental que utilicen.
Lo que, en cambio, sí parece estar muy claro son las causas que
se conjugaron para desembocar en la expansión de la ganadería
trashumante. Entre ellas se citan las siguientes: el territorio cris-
tiano en la frontera con al-Andalus estaba sometido a continuas
razias de los islamitas, por lo que sus pobladores se van a cen-
trar más en una economía ganadera que en la agricultura. Esta