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Los ganados trashumantes se organizaban a través del
poderoso Honrado Concejo de la Mesta. Se citan unos docu-
mentos fechados en el año 1273, en época del reinado de
Alfonso X, como primer testimonio de la Mesta. De ahí que se
atribuya al citado año el nacimiento oficial de este Concejo,
aunque el hecho de que en estos documentos se recojan algunos
aspectos del organigrama de la institución, se refrenden acuer-
dos que habían sido tomados por las asambleas de ganaderos y,
así mismo, se concedan una serie de privilegios y exenciones a
los pastores, lleva a los investigadores del tema a afirmar que la
Mesta se institucionalizó sobre un embrión que existió con
anterioridad, el cual estaba formado por una corporación de
pastores a los que en el pasado la monarquía había concedido
algún privilegio. A partir de ese refrendo monárquico, el
Concejo comenzó a recibir una larga lista de privilegios, a la
vez que se irá perfilando y definiendo lo que será toda su orga-
nización interna. En época de los Reyes Católicos, aparece el
cargo de presidente de la Mesta, que va a recaer sobre el miem-
bro más viejo del Consejo de Castilla. Ésto va a significar un
mayor hermanamiento entre la Mesta y su valedora, la Corona.
Este cruce entre Monarquía y Consejo no fue resultado del
momento, ya que desde el siglo XI, los sucesivos monarcas van
a otorgar importantes privilegios a lo que fue en el futuro la
Mesta. La mayor parte de esos privilegios son concedidos con
anterioridad al reinado de los Reyes Católicos, pero aún duran-
te el reinado de Isabel y Fernando, así como en reinados poste-
riores, el Consejo seguirá recibiendo prebendas reales. El ori-
gen o la causa de este hermanamiento residía en que la hacien-
da real obtenía importantes ingresos de la trashumancia, a tra-
vés del cobro del “servicio” y “montazgo”, impuestos ambos
que acabarían fusionándose.
No sabemos exactamente la fecha en que comenzaron
a llegar a nuestra provincia las primeras cabañas trashumantes,
pero creemos que sería en fechas tempranas, de hecho, el
monasterio de Guadalupe utilizaba los agostaderos leoneses ya
a mediados del siglo XV. Esta demanda de los puertos leoneses
estaría incitada por la buena calidad de sus pastos, afirmación
que basamos en los estudios de los grandes conocedores del
tema, como Llopis Angelán, según el cual, la lana de calidad
más selecta era la de la cuadrilla de León; García Sanz, quien
afirma que, “la lana de las ovejas que pastaban en la montaña
leonesa era la más preciada en los mercados internacionales”; o
Franch Benavent, quien afirma que la lana de las ovejas que
pastaban en Babia era de las más estimadas.