33.
sobre él, conformando auténticas galerías de sombra donde los árboles de las dos
orillas llegan a tocarse. Sus raíces abrazan con fuerza el talud de los márgenes del
río, evitando el arrastre de cantos rodados y controlando así la erosión en épocas
de crecida.
Entre estos bosques de ribera se encuentran algunas de las mejores alisedas
de León, que alcanzan su máximo exponente a la altura de La Omañuela, Inicio,
Trascastro, La Garandilla o La Utrera.
Al alejarse del agua los alisos son sustituidos por otras especies arbóreas,
como chopos, fresnos, olmos, etc. y multitud de arbustos, favorecidos por el
ambiente fresco y húmedo que se mantiene incluso durante los estiajes más
acusados. Estos bosques extendidos antaño en la vega del río, sobre suelos muy
productivos, fueron tradicionalmente aprovechados para la agricultura. Linares
para la obtención del lino con el que se tejía la ropa o el ajuar, huertos que ofrecían
productos para el consumo de casa o prados de siega en los que recoger la hierba
que alimentaba a los ganados, han sido algunas de sus producciones, que siguen
cambiando según el devenir de los tiempos y ahora son sustituidos por choperas
y otros cultivos forestales, una nueva forma de rentabilizar unas tierras que el
despoblamiento condena al abandono.