29.
Omaña y Marzán; o las que hasta Las Miédolas de Las Omañas acercaban el agua
desde los montes de Murias de Ponjos. En otros muchos puntos permanecen las
evidencias que estos laboriosos trabajos han trazado para siempre en el paisaje y
que el desuso convirtió en caminos por los que resultaba más sencillo transitar,
como el canal de La Mortera, que con más de 40 km de trazado, pasó a conocerse
como La Calzada.
Aunque este conjunto de minas resulta relevante sólo de forma global, una
explotación, Las Miédolas, destaca por el singular sistema empleado en ella. Entre
Las Omañas y Villaviciosa de La Ribera, esta mina, hoy parcialmente mimetizada
por la vegetación, es una de las mayores explotaciones “en peines” o “surcos en
arado”, sistema especialmente rentable para obtener oro de las capas más super-
ficiales del terreno. Los mineros excavaban una serie de zanjas paralelas que
confluían en un único surco colector. El agua circulaba por estas zanjas, lavando
el conglomerado de tierra y cantos entre los que se encontraba el oro. Sobre las
crestas se iban amontonando los cantos más gruesos para que no entorpecieran la
corriente de agua que, al ir perdiendo fuerza, depositaban en el fondo los materia-
les más pesados, entre ellos el oro, de donde era extraído mediante bateo.
Una leyenda explica cómo se labraron los larguísimos canales que aún se per-
filan en algunas laderas. Narra que en Las Omañas hubo un rey que tenía una hija
de extraordinaria belleza. Como eran varios los caballeros que la pretendían, la
princesa les propuso un reto y aquel que lograra superarlo, sería su esposo. El reto
no era otro que acercar agua a las sedientas tierras de su padre. Y fueron tres los
caballeros que lo aceptaron; el primero empezó su canal en La Cepeda, pero no lo
culminó; el segundo lo intentó desde La Utrera; y sólo el tercero desde Murias de
Ponjos consiguió su objetivo, casándose con la princesa.