Todos advierten al joven que se trata de una trampa, pero Don Ares, de
noble corazón, ni se plantea esa posibilidad. Parte al encuentro de su tío y,
al llegar a Ordás, es el propio Adelantado quien sale a recibirle. Es tan
cordial el saludo, que Don Ares ordena a su guardia que permanezca fuera
de la torre durante el banquete que le ofrecen. La comida se celebra, y su
sobremesa.
Y mientras Don Ares descansaba, su tío le cortó la cabeza y la arrojó
a su tropa por una ventana con el encargo de que se la hicieran llegar a Doña
Sancha, la madre de Don Ares, su propia hermana.
Desde entonces, Don Ares ha sido el favorito del pueblo. Duerme
en su memoria y su triste historia pasó de boca en boca hasta convertirse en
leyenda. Don Pedro a su vez, cruel y despiadado, nunca más contó con el
favor se sus súbditos.
Hasta oídos del Rey llegó el relato, quien desde entonces desconfió de
su Adelantado y terminó por destituirle de su cargo, nombrando a otro más
bueno y más prudente.
Y aunque los descendientes de Don Pedro quisieron lavar su nombre, el
romance se encargó de mantener viva la historia de esta traición.”
Aguas abajo
En este tramo del valle, sin duda el verda-
dero protagonista de Omaña es el propio
río. Reposada su energía de los tra-
mos superiores y suavizadas las
pendientes de montes y laderas,
desde Aguasmestas hasta su
mecedura con el Luna, el río
se sosiega y se abre paso allí
donde la litología del terre-
no es menos dificultosa.
En este devenir perfila una
parca llanura fluvial, que
solo en su zona más baja
está realmente desarrolla-
da y, con frecuencia, se
ve sorprendida por cantiles
o pequeñas hoces, como
aguas abajo de Trascastro
25.
Restos del
castillo de
Trascastro
de Luna