También se abandonaron antiguas recetas, propias de una cocina de
recurso, relacionadas con la leche, como fueron el puré de castañas mezclado
con miel y leche de cabra u oveja, tomado sobre una rebanada de pan, las
papas
, el
rabón
o el
cuechu
, platos babianos y lacianiegos que se preparaban
con harina y leche, así como la
cuachada
(cuajada). Ésta se hacía con leche
entera de vaca o mezclada con leche de cabra, a
la que se añadía cuajo una vez templada
después de haber sido hervida, dejándo -
se dos días al sereno para que endure -
ciese. A continuación se escurría -en el
pasado se hacía en la
escurridera
-, de
modo que la masa obtenida era
sometida a la presión de unas este -
ras o cuerdas con las que se apretaba
para que soltase todo el suero. Una vez
apelmazado ese cuajo, se retiraba, pudién -
dose tomar con miel. Si se quería más tierno, se
dejaban pasar dos o tres días. Si eran cinco, ese cuajo estaría más curado y
por lo tanto, adquiría un sabor más fuerte.
Lo que ha prevalecido, ya de una manera industrial, es la elaboración de
quesos de leche de vaca o de cabra, que en algunos pueblos de Babia, como
en Peñalba Cilleros, este último se conserva en aceite. Para su elaboración se
utilizan diez litros de leche, cuatro cucharadas soperas de sal gruesa y el
cuajo que precise. El proceso consiste en colar la leche y añadir la sal y el
cuajo. Luego se deja cuajar lentamente durante 10 o 12 horas. A continuación
se elimina el suero, batiendo la leche cuajada. Cuando ya está seca, se des -
menuza con las manos y se deposita en las hormas perforadas en su base, o
Sosas de Laciana
.