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duras, patatas y alguna legumbre entre la que destacó la lenteja
de Babia, han hecho posible la existencia de sabrosos pucheros
de caldos de berzas y guisantes,
berzas con cerrao
, garbanzos
de viernes, pote de fréjoles, pimientos asados, de los que son
famosos los procedentes de La Cepeda, y patatas viudas que,
acompañadas de
cheite con miachas
, tantas veces fueron el
argumento de la cena de estos montañeses.
Las necesidades nutritivas de pescado se sol-
ventaban con la trucha, abundante en estos
ríos, que se preparaba frita, guisada, con
patatas o en sopa, haciendo de la sopa
de trucha, uno de los platos más
característico y apetecible que se
pueden degustar en el valle de
Samario, próximo a la ribera del
Órbigo, y en el entorno de Riello.
Los pescados de mar fueron más
difíciles de obtener. Por ello, el número de platos tradicionales
es más reducido, pero no es óbice para dejar de comer bacalao
con arroz y patatas,
bacalao al pisto
en la zona de Gordón,
escabeche con bonito o
pulpo a feira
en Laciana.
Las carnes son una panacea en esta montaña. La abun-
dancia de ganados ha condicionado el tipo de plato tradicional
y, casi, la particularidad de su gastronomía.
De todas las carnes, la de cerdo ha sido la más consu-
mida. La celebración del
sanmartino
sigue suponiendo un
acontecimiento especial
que todos los años a partir
del 11 de noviembre, día
dedicado a san Martín, se
realiza en cada casa. La
matanza del cerdo ha sido
la garantía de un suminis-
tro de carne que se consu-
mió en fresco o curado,
formando parte de las car-
nes con las que se hace el
cocido omañés
,
babiano
y
gordonés
, cada uno con
sus promenores, o de
embutidos curados y ahu-
Foto: Cocido Omañés
Foto: Truchas con patatas