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165.

forma consustancial con la que ha pasado de generación en

generación esa literatura popular cultivada a partir de una

herencia secular y de la propia creación y recreación del pue-

blo. Los romances, los mitos, las leyendas, los cuentos, las

fábulas, los cantos, los refranes, los proverbios, las adivinanzas,

los trabalenguas o las retahílas son, cada uno y en conjunto, una

muestra evidente de mentalidades, de saber acumulado por la

experiencia, de conceptos morales, de comportamientos, de

sentimientos, de percepciones de lo conocido y ante lo desco-

nocido, en definitiva, del sentido de la vida de unas mentalida-

des que responden a diferentes niveles de elaboración mental y

a diferentes dimensiones espaciales y temporales. Porque la tra-

dición oral es un hecho vivo susceptible de ser utilizado en

todos los tiempos y por todos. Es razón por la que se le atribu-

ye un valor universal que se utiliza y aplica en las distintas eda-

des del hombre, cada cual con una forma diferente de literatura

popular.

Una de estas formas es el

romance

, que todavía exis-

te en estas comarcas, pues cada pueblo suele tener su tradición,

si bien, el despoblamiento y los cambios de la vida campesina

están poniendo en peligro el traspaso oral del mismo como del

resto de esta literatura, cuando puede decirse que en la primera

mitad del siglo XX aún permanecía con toda su vigencia. No

obstante, la población urbana ha intervenido en su recuperación

desde que se han revalorizado las tradiciones y la cultural local.

Esta circunstancia es palpable en los sucesivos estudios y reco-

pilaciones que se realizan y se publican, que no vienen a ser

más que una continuidad de los primeros realizados por Juan

Menéndez Pidal en 1889 y de otros seguidores como su herma-

no Ramón, Manuel Manrique de Lara, Josefina Sela o Eduardo

Martínez Torner. Por tanto, para su conocimiento no hay mejor

solución que acudir a los lugares donde se recitan o a la biblio-

grafía.

Respecto a su clasificación, Diego Catalán estableció

distintos grupos, a saber: históricos, carolingios, caballerescos,

trovadorescos y líricos, de conquista amorosa, de amor fiel, de

ruptura y reafirmación familiar, devotos y jocosos y burlescos.

Para el caso que nos ocupa, solamente podemos aludir a algu-

no de ellos, una circunstancia aplicable para el resto de las par-

celas de la cultura oral de estos valles y a los ejemplos que las

conforman, con el fin de ilustrar un poco este gran patrimonio

heredado. Lo contrario sobrepasaría los fines que se pretenden.