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Sabemos que algunos de estos romances compartían
filiación asturiana, como el
Romance del Penitente
, que se rela-
ciona con el ermitaño de Villar de Santiago, en el límite entre
Omaña y Laciana. Dice así:
Achi arriba en alta sierra, alta sierra montesía,
Donde cay la nieve a copus ya´l agua fina ya fría,
Habitaba un armitañu que vida santa facía.
Pur achí viniera un home, desta manera decía:
- Pur Dios te pido armitañu, pur Dios ya Sta. María
que me digas la verdá ya me niegues la mentira:
Home que ande cun mucheres, si tién el alma perdida.
- Nun la tién perdida, non, nun siendu cuñada o prima.
-¡Ay de mí, probe cuitado, que la mía yía perdida;
primero gocé cuñada ya dispués gocé una prima;
confiésame, armitañu, que Dios te lo pagaría.
- Confesar, confesaréte, asolvete nun pudía:
echaraste nunca cama cun una culuebra viva,
La culuebra era sirpiente que siete bocas tinía,
Cun la mas pequena dechas era cun la que murdía.
L´armitañu era leal ya´ver al penitente diba.
- ¿Cúmu che va´l penitente con su mala compañía?
- La compañía era buena sigún you la merecía;
comiúme del mediu abaxiu, cómeme del mediu arriba,
ya me chega a las entrañas, que era lo que you sentía;
si me quieres ver murir, trai una vela encendida.
Pur aprisa c´anduviera, el penitente muría.
Las campanillas del cielu tucábanse d´alegría.
¡Dichosu del penitente que pa los cielus camina!
¡Válame nuestra Señora, tamién la Virxen María!.
Otros tocan una variada serie argumental, que dan
lugar a sus títulos y que nos hacen recordar personajes y vivir
situaciones creadas por la condición humana. Romances como
los del
Pastor que estaba en Babia,:
Cuando la noche se abaja,
Toda en su manto guarnida,
Ya se avivan en el chozo,
Brasas de melancolía,
Ya está la majada quieta,
tan ordenada y cumplida,
Y ya señorea la luna,
Sobre la tierra enganida.