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mineros. En función de este hecho, encontraremos en la zona de
Cuatro Valles áreas de explotación minera y también asenta-
mientos militares y una red de vías que comunican las zonas
mineras con los principales núcleos de la administración roma-
na (Astorga y el campamento de la legio VII) y permiten dar
salida al oro.
Sin embargo, antes de ver las principales manifesta-
ciones de la ocupación romana, es importante subrayar que la
llegada de Roma supuso un cambio trascendental en las formas
de vida de las poblaciones locales. Según Floro, el emperador
Augusto, una vez rematada la conquista hizo bajar a los astures
de los montes, es decir, los castros, en los que se refugiaban, y
establecerse en la llanura. En esta zona, sin embargo, esto no
ocurre así, pues los castros siguen siendo habitados. Lo que sí
se produce, en cambio, es una transformación de su papel en
función de los intereses de los nuevos dominadores. Con ante-
rioridad a la conquista, cada castro estaba situado en una posi-
ción estratégica y dominaba una zona de influencia, de la que
dependían los habitantes del castro para su subsistencia; a la
vez, observando la distribución de estos yacimientos, se aprecia
que eran autosuficientes, pues cada uno controlaba su propia
área. En cambio, los castros que deparan materiales romanos,
aparte de presentar una organización interna más racional, se
localizan en función de otros criterios, fundamentalmente las
explotaciones mineras y el control de las vías romanas, y ya no
se muestra la misma preocupación por asegurarse un espacio
propio para la subsistencia, sino que se aprecia la existencia de
criterios de organización más generales, en función del nuevo
marco político en el que los habitantes de esta zona habían que-
dado integrados: el Imperio Romano.
Esta teoría que hemos expuesto parte de un análisis
realizado sobre yacimientos del entorno de Las Médulas. Su
extensión, como sugerimos, a la zona de Cuatro Valles, queda
pendiente de un estudio más amplio de los yacimientos de esta
zona, ya que los restos romanos conocidos hasta ahora son muy
escasos. Podemos destacar los siguientes ejemplos. En Laciana,
El Castiecho o Cerro del Castro o La Muela del Castro, en
Rioscuro, donde aparecen monedas romanas, molinos circula-
res y fragmentos de cerámica romana y La Cabeza del Castro,
en Palacios del Sil, con restos de tegulas, ladrillos y cerámica
romana. En Babia y Luna, tenemos que citar el castro de
Quintanilla de Babia (La Peña Sulcastro), en el que apareció un