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la ruta, provocando una asombrosa multiplicación de negocios,
asociaciones, alberguerías y publicaciones. Sin embargo, frente
a esta renovada pujanza de la ruta principal, el Camino de San
Salvador apenas ha interesado a historiadores, literatos e insti-
tuciones. Un olvido acentuado quizá en las comarcas que nos
ocupan por la orientación eminentemente minera e industrial
que han tenido desde la segunda mitad del siglo XIX.
Posiblemente por ello nuestra variante ha sido tratada con fre-
cuencia de forma en exceso somera, especialmente en su tramo
leonés, y también injusta, habida cuenta del peso notable que,
desde la Edad Media, tuvo en toda la Europa occidental.
Los orígenes de la
peregrinación a oviedo
Al igual que el Camino de Santiago, también este de
Oviedo parece contar con antecedentes romanos. M. A.
Rabanal ha reconstruido la antigua vía que enlazaba la Legio
VII Gémina con Lucus Asturum, hoy Lugo de Llanera, coinci-
diendo básicamente con el trazado de las actuales carreteras
León-Lorenzana-La Robla y antigua Nacional 630. Es muy
posible que guardase relación con la vía de Galicia a Asturias
que recoge el Anónimo de Rávena allá por el siglo VII, la cual
discurría a través del Bierzo, Astorga y el Páramo, desde donde
se dirigía a Lucus Asturum por Mamorana, en el concejo de
Lena. A nuestro juicio, basándonos tanto en datos toponímicos
como arqueológicos, lo más probable es que existiese ya enton-
ces una calzada por cada margen del Bernesga, con puentes de
madera u obra que permitiesen el paso de la una a la otra para
continuar el camino cuando algún tramo se hallase impractica-
ble, algo frecuente hasta tiempos cercanos por las crecidas y los
desprendimientos.
Aunque la peregrinación a las reliquias de San
Salvador no guarda, en principio, ninguna relación con la ruta
jacobea, sus orígenes remotos son, en cierto modo, paralelos.
Mientras aparecía en Compostela la tumba atribuida al Apóstol
Santiago, y Alfonso II edificaba en su honor la primitiva y
modesta basílica, el mismo rey se ocupaba en hacer de Oviedo
una capital digna para su reino, uno de cuyos atractivos habría
de ser el impresionante relicario catedralicio, que contenía los
restos de numerosos santos, apóstoles y mártires. Sin embargo,
el traslado de la corte a León hacia 910 limitó bastante el desa-
rrollo urbano y la proyección exterior de Oviedo, y quizá por
ello los orígenes de la peregrinación a San Salvador siguen