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dose envuelto más tarde, ya como simple santuario en término
parroquial de Alcedo, en diversos conflictos por su patronato
entre los Quiñones de dicho lugar y el concejo de La Robla. El
camino de Oviedo pasaba justo por delante del pórtico de la
ermita, siguiendo al pie de los restos, todavía visibles hace unos
años, de lo que debieron ser los edificios destinados a los ermi-
taños, el hospedaje y lo que Madoz denomina ´Casa de
Novenas, en la que se reunía cada mes, para atender a una fun-
ción de iglesia, la llamada Cofradía de los Doce Clérigos
Nobles de Alba, documentada ya en el siglo XVI. Seguía luego
hasta La Robla, confundido con la calle Real, donde los pere-
grinos disponían del hospital concejil, luego conocido como
Casa de los Pobres, que se cita en 1693, atendido por la cofra-
día de la Magdalena, y que, para la época del Catastro de
Ensenada, estaba dotado de solamente una cama y carecía de
rentas. En La Robla confluían también otras variantes menores
del Camino: la primera, la nueva calzada entre La Robla y
León, cuyo trazado se fijó en el siglo XVIII, si bien nunca cons-
tituyó propiamente una vía de peregrinación, sí que fue escogi-
da por algunos peregrinos, como Guillaume Manier, en 1726,
que la describe en su relato con términos lo suficientemente
dramáticos. La segunda, llegaba a La Robla desde el vecino
Valle de Fenar, pasando cerca de la antigua ermita de Santiago
Apóstol, en término de Brugos. El camino dejaba La Robla por
las Ventas de Alcedo, e iba luego por medio del pago que dicen
de la Magdalena, en el que se menciona durante el siglo XVI un
santuario dedicado a dicha santa, cabe el río de Alba y el moli-
no de los Quiñones de Alcedo, y donde hace años se hallaron
restos de muros y osamentas, que parecen confirmar el uso
fúnebre de la ermita, sospechamos que en relación con los pere-
grinos. Luego se ceñía a los escarpes de la Peña del Asno, en un
tramo breve, aunque peligroso, hasta alcanzar la siguiente loca-
lidad por esta ruta, Puente de Alba. Esta aldea, ajustada a la
carretera, se documenta en 1360, y toma nombre del único
puente de sillería conservado en todo este tramo, una bella obra
en la que intervinieron diversas restauraciones, sin perder por
ello su espíritu medieval.
El puente da paso sobre el Bernesga a la otra variante
del camino, la de la margen derecha, que evita así las angostu-
ras del paso hacia Cau-Río, constreñido por el cauce y la mon-
taña. Este camino, denominado comúnmente la Provida, conti-
nuaba desde La Seca hasta alcanzar las vegas de Crespín, que
fue también aldea en la Edad Media, para luego, tras bordear el