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51.

dose envuelto más tarde, ya como simple santuario en término

parroquial de Alcedo, en diversos conflictos por su patronato

entre los Quiñones de dicho lugar y el concejo de La Robla. El

camino de Oviedo pasaba justo por delante del pórtico de la

ermita, siguiendo al pie de los restos, todavía visibles hace unos

años, de lo que debieron ser los edificios destinados a los ermi-

taños, el hospedaje y lo que Madoz denomina ´Casa de

Novenas, en la que se reunía cada mes, para atender a una fun-

ción de iglesia, la llamada Cofradía de los Doce Clérigos

Nobles de Alba, documentada ya en el siglo XVI. Seguía luego

hasta La Robla, confundido con la calle Real, donde los pere-

grinos disponían del hospital concejil, luego conocido como

Casa de los Pobres, que se cita en 1693, atendido por la cofra-

día de la Magdalena, y que, para la época del Catastro de

Ensenada, estaba dotado de solamente una cama y carecía de

rentas. En La Robla confluían también otras variantes menores

del Camino: la primera, la nueva calzada entre La Robla y

León, cuyo trazado se fijó en el siglo XVIII, si bien nunca cons-

tituyó propiamente una vía de peregrinación, sí que fue escogi-

da por algunos peregrinos, como Guillaume Manier, en 1726,

que la describe en su relato con términos lo suficientemente

dramáticos. La segunda, llegaba a La Robla desde el vecino

Valle de Fenar, pasando cerca de la antigua ermita de Santiago

Apóstol, en término de Brugos. El camino dejaba La Robla por

las Ventas de Alcedo, e iba luego por medio del pago que dicen

de la Magdalena, en el que se menciona durante el siglo XVI un

santuario dedicado a dicha santa, cabe el río de Alba y el moli-

no de los Quiñones de Alcedo, y donde hace años se hallaron

restos de muros y osamentas, que parecen confirmar el uso

fúnebre de la ermita, sospechamos que en relación con los pere-

grinos. Luego se ceñía a los escarpes de la Peña del Asno, en un

tramo breve, aunque peligroso, hasta alcanzar la siguiente loca-

lidad por esta ruta, Puente de Alba. Esta aldea, ajustada a la

carretera, se documenta en 1360, y toma nombre del único

puente de sillería conservado en todo este tramo, una bella obra

en la que intervinieron diversas restauraciones, sin perder por

ello su espíritu medieval.

El puente da paso sobre el Bernesga a la otra variante

del camino, la de la margen derecha, que evita así las angostu-

ras del paso hacia Cau-Río, constreñido por el cauce y la mon-

taña. Este camino, denominado comúnmente la Provida, conti-

nuaba desde La Seca hasta alcanzar las vegas de Crespín, que

fue también aldea en la Edad Media, para luego, tras bordear el