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48.

Aunque el Liber Sancti Iacobi, redactado hacia 1140 a

modo de primera guía de viajes para peregrinos, no menciona

esta ruta del Bernesga, sí lo hacen el célebre relato de la trasla-

ción del Arca Santa, seguramente de finales del siglo XII, que

la pone en relación con el Camino de Santiago y la ciudad de

León; y el cronista inglés Osberno de Bladr, hacia 1147, quien

afirma que las reliquias de Oviedo son las más preciosas de

España. A principios del siglo XIII, hospitales como el de

Aubrac, en el Pirineo francés, estaban dedicados de forma

expresa a los peregrinos que iban a Santiago y a San Salvador

de Oviedo, y el rey Alfonso IX de León confirmaba la impor-

tancia de la ruta al equipararla en sus privilegios a la de

Compostela.

El siglo XIV va a traer cambios importantes en el

devenir de las peregrinaciones. Por una parte, su institucionali-

zación definitiva, cuando el célebre obispo ovetense Gutierre

de Toledo (1377-1389) dicte su Constitución para solemnizar la

fiesta de la Invención de las Reliquias. Por otra, el impulso

dado por los papas de la época a las peregrinaciones, otorgando

indulgencias y perdones, en consonancia con la mentalidad

bajomedieval, más cercana a la penitencia que a la antigua fe

espontánea y milagrera. Incluso se extendió la costumbre en los

penales de los Países Bajos de imponer como castigo a los con-

denados la peregrinación a lejanos lugares, entre los que tenían

especial relevancia Santiago de Compostela y San Salvador de

Oviedo. No es de extrañar, pues, que ya en los albores de la

decimosexta centuria corriese por toda Europa y en casi todas

sus lenguas la tan conocida copla:

Quien va a Santiago, / y no

al Salvador, / visita al criado / y deja al Señor.

Pero la Baja Edad Media trajo asimismo novedades no

tan positivas. La seguridad del Camino, a juzgar por lo que afir-

man las fuentes, no era ya tanta como en tiempos anteriores,

especialmente los de Alfonso VI, tan a menudo idealizados por

la cronística española. Las descripciones que poseemos son por

lo común coincidentes en resaltar las dificultades de la ruta, en

la que se une la fragosidad de sus comarcas a los peligros del

camino. Así, Juan II justificaba en 1415 la incorporación de la

comarca argollana a la jurisdicción real de León afirmando que

en la Tierra de Argüello... se ha fecho e cometido e se facen e

cometen fuerzas e robos e furtos e muertes de omnes... por ser

la dicha tierra apartada e por non ser regida ni governada en jus-