Todavía se conserva en la memoria de los más viejos “la maja
del centeno”. Cuentan que la maja estaba entre el trabajo y la
fiesta. Una vez segado el centeno, los majadores, con el píertigo
en la mano, golpeaban el cereal a ritmo de canciones, para
separar el grano de la paja. Las bandas de majadores com-
petían para demostrar que equipo majaba mejor. Había
que celebrar que el día de trabajo significaba el final de
la cosecha y garantizaba la supervivencia para el año
siguiente.
Dos piezas componen este utensilio: la “manue-
ca”, más corta, es el palo que se agarraba con las
manos, mientras que el “piértigo”, de mayor lon-
gitud, golpeaba los mazos de centeno; ambas se
unían por un sistema de nudos con tiras de cuero.
Algunos mozos hacían recoger la paja a las
mozas, y cuando éstas se acercaban, los mozos “las embu-
rriaban” y las ataban junto a los manojos ¡cuando ellas se
dejaban!.