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No faltan pendones multicolores, ni misa
campestre; tampoco bailes y música
tradicional, así como una gran paella
a la que suceden, por la tarde, juegos
tradicionales y otras muchas actividades
para todas las edades. La fiesta se
complementa con conciertos, una gran
verbena y baile nocturno, que concluye
con un espectáculo de fuegos artificiales.
Pero posiblemente sea la romería que se
celebra en la ermita de Santiago, en el
remoto valle del Campo de Martín Moro
Toledano, una de las más singulares de
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El acceso desde Fasgar no es fácil, pero
bien merece la pena un día de romería
entre montañas, con unos paisajes
sobrecogedores, sobre todo si el tiempo
acompaña.
A media mañana se van congregando los
romeros llegados tanto desde el omañés
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Tremor, Colinas y Boeza. La ermita es
una sencilla construcción que alberga una
rústica talla del santo sobre su caballo
blanco, sometiendo a un agareno, tal y
como cuenta la tradición que debió ocurrir
en esta campa durante la Reconquista. Se
convoca a los fieles a la procesión y a la
misa a toque de campana y, dado que esta
carece de badajo, el hábil campanero la
hace repicar acariciándola con una simple
piedra ¡asombroso!.
La romería es tan sencilla como sentida:
apenas una vuelta alrededor de la ermita
con el santo portado por hombres y con la
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misa y la costumbre invita a quedarse a
comer en la campa y pasar la tarde allí,
para regresar a Fasgar para cenar y acudir
a la verbena nocturna amenizada por una
buena orquesta.
Romería de Santiago. Campo de Martín Moro
Santiago del Molinillo
Santiago Apóstol. Embalse de Villameca