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64

el BERNESGA

E

l valle del río Bernesga es, y siempre ha sido,

un paso estratégico entre la Meseta y Astu-

rias. Desde las antiguas calzadas y caminos que

seguían el curso del río, hasta la moderna línea de

alta velocidad destinada a operar en los titánicos

túneles que atraviesan el corazón de las montañas

cantábricas, pasando por el ferrocarril tradicional

y la carretera nacional, la comarca del Bernesga

sirve de zona de tránsito y comunicación entre las

dos vertientes de la cordillera Cantábrica a via-

jeros, mercancías y energía. Todos estos caminos

siguen el curso más o menos accidentado del río

Bernesga, que nace de varias fuentes situadas en

los valles de Arbas y de la Tercia y que ve engro-

sado su caudal por los aportes de numerosos ríos

y arroyos antes de alcanzar la capital leonesa.

La diversidad geológica del Bernesga ha brin-

dado la posibilidad de explotar no pocos de sus

recursos geológicos. La minería ha sido, así, la ac-

tividad protagonista, al menos a lo largo del si-

glo XX; en las diversas minas que existieron en la

cuenca carbonífera de Ciñera-Matallana, algunas

todavía activas, se obtuvieron ingentes cantidades

de carbón, motor económico del valle. A esas

minas acudían tanto población local, como gen-

tes de otras comarcas leonesas e incluso de otras

provincias, en busca de un trabajo consistente en

sustraer a la montaña el preciado combustible que

esta guardaba en sus entrañas desde hacía unos

300 millones de años.

San Martín de la Tercia. El paisaje del Bernesga

está muy condicionado por la geología.

El valle de Casares cuenta con numerosas

manifestaciones del paso de glaciares.

Las hoces del Villar, un ejemplo de la intensa

erosión que pueden ejercer los ríos.

Pero la minería del Bernesga no se limita a la

obtención de carbón; en el territorio existen mu-

chas otras minas y canteras de las que se obtienen

diversos recursos, como áridos y arenas utilizados

en construcción, distintos tipos de calizas destina-

das a la elaboración de sillares, pavimentos y a la

producción de cemento; cuarcitas y areniscas con

finalidades similares. A ellas hay que sumar las

múltiples explotaciones históricas, por lo general

de reducido tamaño, pero con gran relevancia lo-

cal, donde se rastreaban distintos minerales con el

fin de extraer de ellos los metales que intervienen

en su composición, sobre todo hierro, cobre, ní-

quel, plomo, bario y algo de plata.

Además, en la comarca del Bernesga se apro-

vecharon otros recursos que, aunque no estén re-

lacionados con la minería, tienen un claro sustento

geológico. Un ejemplo destacado es el hoy aban-

donado balneario de Don Roque, situado al norte

de Villanueva de la Tercia, junto a la carretera.

Puede que gran parte de los acaudalados usua-

rios de sus instalaciones no lo supieran, pero la

cálida temperatura de las aguas de este manantial

se debe a un complejo proceso de acercamien-

to a ellas del magma que ocupa el interior del

planeta.

La comarca del Bernesga ha tenido que pagar

un elevado precio por el desarrollo económico

de las localidades que en ella se asientan. El eje

principal del valle evoca a cada paso las activida-

des mineras que ha soportado desde hace déca-

das, a las que hay que añadir la presencia de varias

instalaciones industriales con ellas vinculadas,

como son la central térmica y la cementera de La

Robla. Muchas de las antiguas minas ya no tienen

uso, pero aún conservan su valor científico y, solo

con observar en detalle, los expertos pueden in-

terpretar cómo sus minerales llegaron a estar ahí y

fueron explotados.

Sin embargo, basta con apartarse un poco de

las principales vías de comunicación a través de

los diversos valles que tributan al Bernesga para