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el BERNESGA
E
l valle del río Bernesga es, y siempre ha sido,
un paso estratégico entre la Meseta y Astu-
rias. Desde las antiguas calzadas y caminos que
seguían el curso del río, hasta la moderna línea de
alta velocidad destinada a operar en los titánicos
túneles que atraviesan el corazón de las montañas
cantábricas, pasando por el ferrocarril tradicional
y la carretera nacional, la comarca del Bernesga
sirve de zona de tránsito y comunicación entre las
dos vertientes de la cordillera Cantábrica a via-
jeros, mercancías y energía. Todos estos caminos
siguen el curso más o menos accidentado del río
Bernesga, que nace de varias fuentes situadas en
los valles de Arbas y de la Tercia y que ve engro-
sado su caudal por los aportes de numerosos ríos
y arroyos antes de alcanzar la capital leonesa.
La diversidad geológica del Bernesga ha brin-
dado la posibilidad de explotar no pocos de sus
recursos geológicos. La minería ha sido, así, la ac-
tividad protagonista, al menos a lo largo del si-
glo XX; en las diversas minas que existieron en la
cuenca carbonífera de Ciñera-Matallana, algunas
todavía activas, se obtuvieron ingentes cantidades
de carbón, motor económico del valle. A esas
minas acudían tanto población local, como gen-
tes de otras comarcas leonesas e incluso de otras
provincias, en busca de un trabajo consistente en
sustraer a la montaña el preciado combustible que
esta guardaba en sus entrañas desde hacía unos
300 millones de años.
San Martín de la Tercia. El paisaje del Bernesga
está muy condicionado por la geología.
El valle de Casares cuenta con numerosas
manifestaciones del paso de glaciares.
Las hoces del Villar, un ejemplo de la intensa
erosión que pueden ejercer los ríos.
Pero la minería del Bernesga no se limita a la
obtención de carbón; en el territorio existen mu-
chas otras minas y canteras de las que se obtienen
diversos recursos, como áridos y arenas utilizados
en construcción, distintos tipos de calizas destina-
das a la elaboración de sillares, pavimentos y a la
producción de cemento; cuarcitas y areniscas con
finalidades similares. A ellas hay que sumar las
múltiples explotaciones históricas, por lo general
de reducido tamaño, pero con gran relevancia lo-
cal, donde se rastreaban distintos minerales con el
fin de extraer de ellos los metales que intervienen
en su composición, sobre todo hierro, cobre, ní-
quel, plomo, bario y algo de plata.
Además, en la comarca del Bernesga se apro-
vecharon otros recursos que, aunque no estén re-
lacionados con la minería, tienen un claro sustento
geológico. Un ejemplo destacado es el hoy aban-
donado balneario de Don Roque, situado al norte
de Villanueva de la Tercia, junto a la carretera.
Puede que gran parte de los acaudalados usua-
rios de sus instalaciones no lo supieran, pero la
cálida temperatura de las aguas de este manantial
se debe a un complejo proceso de acercamien-
to a ellas del magma que ocupa el interior del
planeta.
La comarca del Bernesga ha tenido que pagar
un elevado precio por el desarrollo económico
de las localidades que en ella se asientan. El eje
principal del valle evoca a cada paso las activida-
des mineras que ha soportado desde hace déca-
das, a las que hay que añadir la presencia de varias
instalaciones industriales con ellas vinculadas,
como son la central térmica y la cementera de La
Robla. Muchas de las antiguas minas ya no tienen
uso, pero aún conservan su valor científico y, solo
con observar en detalle, los expertos pueden in-
terpretar cómo sus minerales llegaron a estar ahí y
fueron explotados.
Sin embargo, basta con apartarse un poco de
las principales vías de comunicación a través de
los diversos valles que tributan al Bernesga para