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Desde tiempos lejanos, la elaboración de su cocina tradicional se
hizo al calor de un fuego avivado en un espacio del suelo, llamado
llar
,
sobre el que se instalaba la
piérgula
que bajaba del techo de la cocina,
luego sustituida por las
pregancias
de hierro, de las que se colgaban
potes y calderas. Fue el lugar de las antiguas cocinas donde se hacÌa
una condimentación lenta con fuego de leña, compartiendo espacio con
el horno que se hallaba empotrado en la pared de la misma estancia. A
ese llamear avivado por el fuelle, se arrimaba el
morillo
y se coloca -
ban las
trébedes
sobre las que se ponían los cazos o sartenes.
En este contexto doméstico surgía el cocinero o la cocinera que, en
su vertiente más popular, era el resultado de un talento acumulado por
el tiempo, cuya cocina es el resumen de unas connotaciones económi -
cas y culturales.