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Además se hacía el
grupu
, plato hecho a base de patatas cocidas y
deshechas, con pimentón, torreznos y chorizos.
La cocina babiana según Virgilio Riesco, se compone del clásico
puchero hecho a base de berzas, lentejas o garbanzos con patatas, a
los que se añade
la ración
de carnes y embutidos. También del butie -
chu, que junto a los platos pastoriles
-caldereta, frite, fritada y chanfai-
na-
conforman un surtido cuyo recetario comparte con la comarca de
Luna.
En un espacio de transición entre el Bierzo, el Valle de Samario,
Tierras de Astorga y Maragatería, se extiende La Cepeda, que disfruta
de unos recursos alimentarios más identificados con estas comarcas
sureñas de la provincia, en las que la carne de cerdo en el cocido,
sigue siendo, como en las demás zonas, base del plato diario.
En Omaña, Valle de Samario y Tierras de Ordás, las modalidades
gastronómicas, más o menos, se comparten. Ese más o menos está
sometido a los matices, de manera que en los pueblos situados en la
ribera de los ríos Órbigo y Omaña, son habituales las sopas de trucha,
cosa que, en las localidades más serranas, no se produce. Más común
es el consumo de la carne de cerdo, que forma parte del cocido omañés
en el triscar de mediodía. Las patatas con sebo, con arvejos, habas
blancas o bacalao, así como los huevos fritos, el
rabón
o las
migas
con
leche, pan y mantequilla, eran platos de cena. Las meriendas fueron
más frugales y se resolvían con embutidos o escabeche. En los días de
fiesta las comidas se remataban con pastas y dulces, de los que el
brazo de gitano, como ocurre en Luna y Babia, era el postre más tradi -
cional.