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E

l pescado era alimento obligado de Cuaresma, no exclusivo de

este tiempo, pero limitado por las circunstancias que imponían las comuni -

caciones, especialmente en invierno. Los

andranes

argollanos eran quienes

desde la cercana Asturias surtían la zona de sardinas en salmuera, chicha -

rro, bacalao y congrio. No falta el pulpo, que en todas las ferias de Laciana

o el Bierzo es traído por las

pulpeiras

, para agasajo de los estómagos de tra -

tantes, ganaderos, mercaderes y gentes curiosas que se acercan a vivir tan

especiales encuentros. La ración de pulpo o los callos, sirvieron como cierre

gastronómico del acuerdo alcanzado en la compraventa. Este alboroque o

conrobla

, como en estas tierras se llama, es un convite pagado por el que

vendía la res, participando el amigo mediador, en animada disputa mercantil

que daba vida a la feria, a los mesones y a las mesas de condumio que dis -

ponen los puestos de las citadas pulpeiras.

Más frecuente que el pescado de mar, fue el consumo de la trucha frita y

de la sopa de trucha en los pueblos ribereños del río Omaña, sobre todo en

el tramo más próximo al río Orbigo, como ocurre en el Valle de Samario. Un

pez abundante y exquisito por la calidad de las aguas de los múltiples ríos

que surcan este territorio de “Cuatro Valles”.

P E S C A D O S