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la actualidad, porque el sentido de ambas es la reunión, el reen-
cuentro al final de la jornada, para compartir las buenas nuevas,
los acontecimientos y crear vínculos vecinales. Trazas de la
convivencia de un pretérito, tan naturales como necesarias, por
las que discurrían las horas nocturnas del largo invierno.
Cualquiera de las dos convocatorias fueron vehículos del culti-
vo y transmisión de la tradición oral, de la música, de las ense-
ñanzas que sostenía la costumbre. Romances, adivinanzas, pro-
verbios, refranes, cuentos, leyendas, cantares, se creaban y se
sucedían mientras las mujeres hilaban con la rueca y el huso los
copos de lana o lino. Y entre unos y otros, se derramaban los
sucesos del pueblo o las noticias que traían las diligencias que
desde Villablino atravesaban Omaña o Babia hasta la Robla; las
que acumulaban los arrieros que cruzaban el puerto de Ventana
o el de Somiedo, haciendo altos en Porcinero, Meroy y Puente
de Orugo, cerca de San Emiliano; o las de los recueros de aque-
llos argollanos que dirigía el
ordinario
, responsable a su vez del
Libro de los Caminos
, en sus viajes hacia los campos de
Castilla llevando cecinas y aperos, para regresar con pellejos de
vino. Una mercancía transportada en cuévanos a lomos de
recuas compuestas entre cuatro y diez animales, o en carros
tirados por bueyes como hacían en Vegacervera. Esta es la esce-
na que el viajero actual debe traer a su imaginación, a su paso
por estos caminos de tránsito entre pueblo y pueblo, entre colla-
da y collada de estas sierras.
Pero no todo era trabajar. La jerigonza era una presen-
cia activa, no cotidiana, pero si frecuente, en la que había
amplia participación. Una de estas algarabías es el
sábado cas -
tañero
, que se celebraba y se celebra en Riello el sábado ante-
rior a Nochebuena. Una costumbre que actualmente se solem-
niza con el pregón de una autoridad de la cultura leonesa y un
pequeño concierto a cargo de grupos o personas del panorama
musical leonés. Luego se inicia la fiesta en el entorno de la igle-
sia y a la vera de una buena fogata, con el reparto de castañas
asadas en
tamborines
, acompañadas de vino caliente, a seme-
janza del
fervudo
. Y, si se quiere, también se pueden degustar
otras viandas porcinas, cuyo remate gastronómico puede hacer-
se con unas
perronillas
, que son unas espléndidas pastas que se
hacen en el horno de leña de la panadería del pueblo.
Este festejo es el preludio de la Nochebuena, una fecha
en la que era propio hacer dos amasados, uno de hogazas y
bollos y otro sólo de hogazas, ambos auspiciados por la creen-