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134.

la actualidad, porque el sentido de ambas es la reunión, el reen-

cuentro al final de la jornada, para compartir las buenas nuevas,

los acontecimientos y crear vínculos vecinales. Trazas de la

convivencia de un pretérito, tan naturales como necesarias, por

las que discurrían las horas nocturnas del largo invierno.

Cualquiera de las dos convocatorias fueron vehículos del culti-

vo y transmisión de la tradición oral, de la música, de las ense-

ñanzas que sostenía la costumbre. Romances, adivinanzas, pro-

verbios, refranes, cuentos, leyendas, cantares, se creaban y se

sucedían mientras las mujeres hilaban con la rueca y el huso los

copos de lana o lino. Y entre unos y otros, se derramaban los

sucesos del pueblo o las noticias que traían las diligencias que

desde Villablino atravesaban Omaña o Babia hasta la Robla; las

que acumulaban los arrieros que cruzaban el puerto de Ventana

o el de Somiedo, haciendo altos en Porcinero, Meroy y Puente

de Orugo, cerca de San Emiliano; o las de los recueros de aque-

llos argollanos que dirigía el

ordinario

, responsable a su vez del

Libro de los Caminos

, en sus viajes hacia los campos de

Castilla llevando cecinas y aperos, para regresar con pellejos de

vino. Una mercancía transportada en cuévanos a lomos de

recuas compuestas entre cuatro y diez animales, o en carros

tirados por bueyes como hacían en Vegacervera. Esta es la esce-

na que el viajero actual debe traer a su imaginación, a su paso

por estos caminos de tránsito entre pueblo y pueblo, entre colla-

da y collada de estas sierras.

Pero no todo era trabajar. La jerigonza era una presen-

cia activa, no cotidiana, pero si frecuente, en la que había

amplia participación. Una de estas algarabías es el

sábado cas -

tañero

, que se celebraba y se celebra en Riello el sábado ante-

rior a Nochebuena. Una costumbre que actualmente se solem-

niza con el pregón de una autoridad de la cultura leonesa y un

pequeño concierto a cargo de grupos o personas del panorama

musical leonés. Luego se inicia la fiesta en el entorno de la igle-

sia y a la vera de una buena fogata, con el reparto de castañas

asadas en

tamborines

, acompañadas de vino caliente, a seme-

janza del

fervudo

. Y, si se quiere, también se pueden degustar

otras viandas porcinas, cuyo remate gastronómico puede hacer-

se con unas

perronillas

, que son unas espléndidas pastas que se

hacen en el horno de leña de la panadería del pueblo.

Este festejo es el preludio de la Nochebuena, una fecha

en la que era propio hacer dos amasados, uno de hogazas y

bollos y otro sólo de hogazas, ambos auspiciados por la creen-