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momento de especial religiosidad. Al iniciarse, solían encen-
derse quince velas en un tenebrario, que se apagaban una a una
a medida que se rezaba un salmo. Al finalizar el último y fene-
cer la décimoquinta llama, el pueblo agitaba
runquiechas
,
carracas y carracones en total oscuridad, creando un ensordece-
dor e impactante estruendo que recuerda el drama y desgarro de
la muerte de Cristo en el Calvario.
También es recomendable asistir y escuchar el
Dainos
o
Rosario de la Buena Muerte
-que sustituye en este período al
Rosario de la Virgen- cantado el Viernes de Dolores en las igle-
sias o en los desfiles procesionales de ese día, acompañando la
imagen del Nazareno. El estribillo que canta el pueblo en con-
testación al sacerdote, dice:
Dainos Señor buena muerte
por Tú santísima muerte
Procesiones que toman espe-
cial carácter con la del Jueves Santo a
las 21 horas en Santa Lucía de Gordón,
denominada
P rocesión de las
Antorchas
, que se une a otros seis des-
files iniciados el miércoles y protago-
nizados por las cofradías del
Encuentro de la Pasión y La
Hermandad del Cristo de la Victoria;
con el sencillo pero emotivo desfile
que el Viernes realiza la cofradía de la
Vera Cruz de Murias de Paredes
(Omaña); con la
Procesión del Cristo
de los Mineros
en Caboalles de Abajo
(Laciana); con las
albricias
o
repique a Gloria
del Sábado
Santo en Carrizal (Soto y Amío - Omaña) y en tantos otros pue-
blos, y con la
Procesión del Encuentro
el Domingo de
Resurrección, tan celebrado en numerosas localidades.
Guardados los
rugideros
cuaresmales que hicieron las
veces de campanas durante esos siete días, éstas vuelven a recu-
perar su utilidad. La
campana
fue uno de los instrumentos más
importantes de los pueblos, pues, en cierta forma, eran anun-
ciadoras del suceder cotidiano que resultaba de interés para el
común. Por cada uno de los acontecimientos o urgencias, había
un toque determinado que inmediatamente identificaba la
Foto: Campana. Inicio